Lo que no mencionó fue que ahora era dueño de todo el centro comercial. Para él, cualquier cosa que Bianca quisiera allí ya le pertenecía.
—Esto es demasiado. Ni siquiera voy a usar todo esto —dijo Bianca, sorprendida y algo preocupada—. Deberíamos estar ahorrando, no gastando así. Si sigues comprando todo lo que toco, voy a dejar de comprar y me voy a casa —añadió, cruzándose de brazos y lanzándole una mirada.
A pesar de toda la riqueza del Phoenix Alliance Group, Bianca seguía creyendo en la sencillez y en cuidar el dinero.
Los labios de Dave se curvaron en una sonrisa suave y comprensiva. Conocer a Bianca había sido como encontrar algo raro y valioso.
Pensó en todos los momentos que mostraban quién era ella realmente: cómo no le interesaban las cosas materiales, lo mucho que valoraba el respeto propio y lo atenta que era con los demás.
Se inclinó y le susurró al oído:
—Ir a casa suena bien. Hay muchas cosas que podrían mantenernos ocupados allá.
Bianca se sonrojó, alzó una ceja