—¡Ey, Bianc, ¿qué pasa? ¡Todos te estamos esperando!
—Ya voy —dijo Bianca antes de colgar la llamada.
Se secó una lágrima de la mejilla, luego se giró y caminó de regreso hacia el restaurante. No volvió la vista atrás.
La celebración terminó lentamente en las primeras horas de la madrugada.
Después de despedirse de su equipo, Bianca aceptó que Diana la llevara a ella y a Reece a casa.
Durante todo el trayecto, Bianca guardó silencio.
Diana, al notar su comportamiento, cruzó una mirada con Reece a través del espejo retrovisor.
Reece lo entendió de inmediato y se giró hacia Bianca.
—¿Estás bien, Bianca? —preguntó con suavidad.
Bianca salió de sus pensamientos y respondió rápido:
—No es nada.
Diana, que la conocía demasiado bien, intervino:
—A Reece puedes engañarla, pero a mí no. Te conozco. Hoy limpiaste los rumores, dejaste a Natalie sin palabras, y por fin las cosas con Dave van bien. Deberías estar feliz. ¿Por qué estás tan apagada?
Reece asintió.
—Tiene razón, Bianca. Si al