Bianca miró los arbustos donde Dave había arrojado el collar. Escondió su maleta en un lugar secreto y comenzó a buscar.
Se arrodilló y revisó con cuidado entre las plantas en busca del collar.
Los transeúntes no pudieron evitar hacer comentarios al pasar.
—¡Está dañando las plantas! ¡Qué grosera!
—¡La gente de hoy en día!
—¿Deberíamos llamar a seguridad?
—Déjala. No es nuestro problema.
Ignorando los susurros a su alrededor, a Bianca solo le importaba encontrar el collar con diamante rojo.
Quería devolvérselo a Dave. La idea de que lo hubiera tirado así, sin más, la alteraba.
Era como si, al deshacerse del collar, también estuviera dejando atrás los sentimientos que había guardado durante tanto tiempo…
Siguió revisando entre los arbustos, con las manos sucias y llenas de barro. A pesar del desastre, recordaba perfectamente el momento en que Dave le dio el collar.
Él se había arrodillado, lo colocó suavemente en su cuello y le dijo:
—Desde este momento, tú estás conmigo.
Tam