Bianca sintió que las fuerzas la abandonaban al oír las palabras del doctor, y Dave la sostuvo enseguida entre sus brazos para reconfortarla.
—Bianc...
Las lágrimas resbalaron por el rostro pálido de Bianca, pero su voz sonó sorprendentemente serena. Entre sollozos, logró preguntar:
—Doctor, ¿puedo verla ahora, por favor?
Al ver la firmeza en su mirada, el doctor decidió no oponerse y asintió con suavidad.
Con el apoyo de Dave, Bianca se levantó de la cama y siguió al doctor hasta la UCI. En una habitación silenciosa, vio a Madison.
Madison yacía inmóvil, conectada a varios tubos, con los ojos cerrados como si estuviera en un sueño profundo.
De no ser por el pitido constante del monitor cardíaco, parecería que ya no estaba con vida.
Las piernas de Bianca flaquearon, y estuvo a punto de desplomarse.
—¡Bianc! —Dave la rodeó con los brazos para sostenerla. En ese momento, parecía tan frágil, como si una simple brisa pudiera derribarla.
Aferrada al calor de Dave, Bianca se acercó poco a p