Apenas había pronunciado esas palabras cuando Tyler abrió las piernas con un movimiento repentino y el cambio le desprendió los pies de los peldaños. Su cuerpo se hundió aún más sobre él y ambos gimieron ante la sensación.
"Lexi... confío en ti".
Intentó volver a poner los pies en su sitio, pero él impuso un ritmo que lo hizo imposible. Solo pudo aferrarse a él, dejar que la presión aumentara en su interior. Quería gritar, pero no pudo. Le faltaba aire en los pulmones y no podía concentrarse en nada más que en Tyler y en lo que había dicho, en cómo la hacía sentir, hasta que ambos gritaron.
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Tyler no volvería a casa ese fin de semana. Durante la llamada de anoche, le había dado la noticia, con el arrepentimiento nublando su voz, y ella había intentado reprimir la punzada de decepción que sentía.
"¿Y bien?", le preguntó Lily.
"¿No tienes que ir a casa con tu marido?"
Está trabajando y llegará tarde a casa hoy. Unos minutos más no le harán daño. ¿Y bien?
Lexi se encogió de hom