CAPÍTULO 30. La caja de los deseos

Franco sonrió al ver aquella cajita, apoyó la espalda en un mueble y la tomó de manos de Victoria, rozándola apenas, pero lo suficiente como para provocarle un escalofrío.

La vio apartar de nuevo la mirada y pasó saliva, pero se obligó a hablar.

—Es una Caja de los Deseos, Archer debe haberla bajado con algunos juguetes míos del ático —murmuró abriéndola y Victoria la miró con curiosidad—. Bueno, era la mía, cuando éramos niños todos teníamos una.

—¿En serio? —preguntó la muchacha—. ¿Y qué hacías, ponías tus deseos dentro para que se cumplieran?

Franco levantó una ceja sugerente y asintió.

—¡Y todos, todos se cumplían! —respondió como si le estuviera contando una historia de terror—. ¿Quieres que te muestre cómo funciona?

Eran muy pocas las ocasiones en las que Franco Garibaldi se veía tan tierno, así que a pesar de todo Victoria decidió aprovecharlo.

—Claro, enséñame.

—Bien, lo primero que vamos a hacer es esto… —vació la cajita entre los dos y Victoria vio un montón de recortes de c
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