CAPÍTULO 23. Un contrato

Victoria sintió sus labios, tentativos, ansiosos, salados por las lágrimas. Nada que ver con la violencia con que la había besado hacía tres años. Aquella boca se corrió hasta dejar un beso suave en su mejilla, otro en su frente, y Victoria se acurrucó contra su pecho y se permitió liberar toda aquella tensión.

Su cabeza se convirtió en una fuente de ruido blanco y no supo cuándo el italiano la levantó en brazos y la acostó en la cama mientras el cansancio y la tensión acumulada la vencían.

Franco se quedó mirándola un rato hasta que le pidió a Amira que lo sustituyera. Se puso lo más presentable que podía y fue a esperar a los De Navia, que no debían demorar demasiado.

Para aquellos completamente inocentes de los bajos círculos de Europa, este es el resumen técnico del trío De Navia:

Diego, el mayor. Abogado. Titiritero silencioso de los negocios familiares. Poco conocido, mucho menos visto, pero con una habilidad especial para sacar y meter en problemas a quien fuera necesario.

Rodr
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