—¿Señor? —B.J se levantó de su asiento al ver salir a su jefe de la recámara principal, la misma donde se hospedaba Carla Davison de Bastidas.
—B.J, Carla ha pedido hacer esto sola, no quiere que nadie la interrumpa y no pude convencerla de lo contrario. Yo me encargaré de esto, tal vez tú puedas vigilar abajo.
—Señor, un grupo de periodistas se ha posado en la entrada del hotel.
—¡Joder!—Suspiró y restregó sus párpados con renovado cansancio—. ¿Qué tienes en mente?
—Salir en la madrugada. Ya nos coordinamos con la seguridad el hotel para que colabore y resguarde todas las salidas, incluyendo la de emergencia, el acceso a la cocina, lavandería y la escalera contra incendios.
—Muy bien, buen trabajo. Te agradezco me mantengas informado. Escríbeme. Esto será rápido, pero después… —Max hizo una mueca de resignación y lamento.
El escolta asintió, comprendiendo muy bien de qué hablaba su jefe.
—No se preocupe, señor, yo me encargo de todo. Con permiso.
Max asintió y se giró para mirar la p