Así las semanas pasaban entre audiencias y visitas tanto de parte de Álvaro cómo de la visitadora social.
Jórdan se había mudado a una de las cabañas que Fabrizzio le dio mientras él era el apoderado de las niñas.
Y cada noche como un ladrón que se escabulle entra las sombras se adentraba a la habitación de Julianne.
— Mi amor, pasa, tengo miedo de que te vean.
— Me siento como un adolescente escondiendo se como si hiciéramos algo malo, eres mi esposa. Déjame hablar con Fabrizzio.
— Cariño, ya falta poco para terminar el juicio, y cuando el juez dictamine el fallo, entonces haremos una gran fiesta y ahí será cuando les demos la noticia a mis padres.
— Espero y sea pronto, ya no quiero vivir lejos de ti.
— No hables solo ámame.— Pidió mordiendo suave mente los labios de su hombre, Jórdan correspondió la tomó en brazos, y la llevó a la cama.
Abrió su camisón y quedó desnuda, y expuesta a él.
Jórdan pasó sus manos por todo su cuerpo, apretó cada uno de sus seno, y luego fue dejando besos