Volví a entrar y caminé hacia el baño, con el propósito de arreglarme un poco aquel desastre que las lágrimas y la lluvia habían causado.
Me miré al espejo, y me limpié la cara y los borrones de maquillaje con un clínex y luego saqué de mi bolso un poco de maquillaje para ponerlo sobre mi rostro. Me escurrí el cabello un poco y me arreglé un poco el vestido.
Estaba despampanante con aquel vestido negro que remarcaba muy bien mi pecho, me acomodé un poco el pecho y sonreí con chulería hacia el espejo.
Cuando salí, con una enorme sonrisa en mis labios, aunque me estuviese muriendo por dentro, jamás lo mostraría, caminé hacia la barra donde Meryem y Paul me miraban con atención.