—Señor Caden, su madre solicita su presencia inmediata en el salón, todos se preguntan por usted.
—Gracias, Carlos, voy enseguida —. El hombre hizo una reverencia y se fue.
—¿Te gustaría acompañarme al infierno?
—Con gusto Caden —el hombre sonrió, tomó la mano de su prima y se encaminaron al gran salón.
Caden entró en la sala, acompañado de Marianne, todos se volvieron para mirarlo, Caden sintió que necesitaba un trago y cogió una copa de la bandeja que le ofreció el sirviente y bebió un largo sorbo.
—La función ha comenzado, ahí está Miriam… La elegida de tus padres. —Caden notó que Marianne no le había mentido y miró a Miriam. Sin perder tiempo empezó a detallarla. La mujer era elegante, usaba joyas co