Capítulo veinticinco
Invasión enemiga8 de abril de 2018
Observo fijamente el techo de la habitación.
<< No llegó a dormir >>Le esperé en su habitación toda la madrugada. No quiero dejar a mis pensamientos volar libremente. No me siento bien. — Oh, estás aquí —escucho la voz de mi mejor amiga, desde la puerta—. Te busqué en tu habitación y no estabas.— No ha llegado —es todo lo que digo.— Tía Gabriella está en la sala, con el Jesús en la boca —comenta.— Imagino. No es para menos, Bianca.— Luciano tampoco vino a dormir —intenta cambiar el tema.— No. No vino —confirmo—. Debe estar ocupado. Tampoco tiene que dormir aquí todas las noches.— ¿Por qué? — Recuerda que no vive aquí, Bianca —aclaro—. Tiene otra casa, otra familia, una esposa…— No vayas por ahí, nena —me corta—. Está contigo y solo contigo.— Eso no quita el hecho de que ella existe —repongo.Por su gesto, sé que no se quedará callada;