Capítulo veintiséis
Eres mía y yo te pertenezcoEnzo abre los ojos como platos al verme—. ¡¿De dónde has sacado eso?! —Pregunta incrédulo.
— Debajo de la cama —me encojo de hombros, mientras me subo al auto.El chico no puede dejar de apreciarla: una LMG Heckler & Koch MG4 automática, último modelo.>> Enzo, enciende el coche —ordeno al verle hipnotizado con el arma.El obedece y nos dirigimos hacia la mansión Costello.— ¡Joder! Es una pasada —señala el fusil.— Lo sé —sonrío—. Si te portas bien, prometo prestártela.— Genial —exclama con demasiado entusiasmo.Al irnos acercando al lugar, se escucha el sonido de la batalla. Me traslado hacia el asiento trasero y bajo la ventanilla—. Baja la velocidad, Enzo —ordeno.Saco medio cuerpo del fusil por la ventanilla, apunto y comienzo a disparar.Mi hermano postizo lanza un grito de excitación—. Algún día tienes que decirme dónde aprendiste a hacer todo eso —consigo escuchar