Sus manos me aprietan la cara. Se mete profundamente en mi garganta y ruge al correrse. Siento su polla rozar el fondo de mi garganta mientras su sabor salado me llena la boca y me lo trago.
Sus gemidos profundos y sacudidas de cadera son tan excitantes que necesito correrme también.
Disfrutando de hacerlo bajar de su estado de euforia, lo dejé allí tendido, permitiéndole recuperar el aliento.
Saco mi dedo de su estrecho agujero y luego beso la punta de su pene, haciéndolo estremecer.
Luego gime antes de pasarse las manos por la cara. —¿Qué demonios acaba de pasar?— Me mira entre sus dedos separados, casi avergonzado. —¿Te lastimé? Lo siento si me pasé. No quise ser tan agresivo—.
Le doy un beso suave en el estómago. —No te habría dicho que me cogieras la boca si no quisiera—. Me levanto de la cama, riendo, y corro hacia el baño contiguo. —Dos segundos mientras me limpio—. Muevo los dedos en el aire.
Por encima de mi hombro lo veo hundiéndose las palmas de las manos en los ojos y dice