CAPÍTULO V APOSTÓ CONTRA LA SUERTE Y PERDIÓ

En medio de una fuerte exhalación, Milen se incorporó de golpe, respiraba con dificultad, sus pulmones abrazaban el aire que apenas les llegaba, como si hubiera pasado mucho tiempo privada de ese elemento.

Sus ojos desorientados observaron a su alrededor, no reconoció el lugar, por la decoración sobria y elegante supuso que ya no se encontraba en el salón, se preguntó entonces cómo es qué había llegado hasta ahí.

Apenas consiguen aplacar su respiración, esta volvió a agitarse con los recuerdos de lo sucedido antes de perder la conciencia. Los rostros sorprendidos de Ramona, Luciana y los demás, de la mirada aterradora que le dedicó Itzam al percatarse de su presencia; la fuerza de su agarre y cómo la obligó a abandonar aquel lugar.

Con el pánico recorriendo cada parte de su ser, se contrajo sobre el elegante sofá en el que se encontraba recostada minutos antes. Él estaba ahí, Itzam, el hombre que la destruyó sin mostrar un ápice de compasión y ella no estaba ni cerca de tener la fuerza para enfrentarse a él.

El destino le había jugado una mala pasada; encontrárselo de aquella forma sí que era mala suerte; pero cómo podía quejarse si ella misma decidió correr ese riesgo. Apostó contra la suerte y perdió, aunque ahora sabía que jamás tuvo una oportunidad.

Rigo se lo advirtió, no una, sino mil veces, y ella decidió ignorar todas sus advertencias, preparada o no tendría que pagar el precio por su osadía.

<< Esto era lo que buscabas >> susurró una voz maliciosa en su mente << Por eso decidiste quedarte, deseabas verlo de nuevo>>

Por más que lo negara, Milen supo que era verdad cuando la decepción se manifestó en ella al ver aparecer a Noah.

— Decepcionada — Dijo este en tono burlón, como si hubiera sido capaz de leerle el pensamiento.

— ¿Dónde estoy? — se forzó a decir la joven. Descubrió que tampoco tenía fuerza para hablar.

— Estás en mi casa — le informó él — te desmayaste y nos pareció buena idea traerte aquí… es un lugar neutral — explicó.

Milen resopló burlándose de la forma en que Noah señaló aquel sitio como un lugar neutral.

— Pudieron simplemente dejarme con mi amiga — aseveró Milen

— Esa no era una opción — aseguró Noah.

— ¿Opciones?, ¿hablas de opciones?, eres un desvergonzado, me quitaste todas mis malditas opciones y te atreves a interferir una vez más. — Milen sabía que Itzam debía estar escuchando, por ello alzo la voz con fuerza

— Tui no deberías de haber estado ahí — no era el indicado para decir aquello; pero tenía que hacerlo. Hablaba por Itzam quien se mantenía en las sombras escuchando la conversación

— ¿Y dónde mierdas se supone que debo estar Noah? — reclamó Milen — yo estoy donde quiero estar y ni tú, ni él ni nadie más puede impedirlo— respiro profundamente para recuperar la calma — ¿Crees que yo lo planee?, jamás pensé en encontrarme con ustedes, y para ser sincera nunca quise hacerlo, de haber sabido que era su fiesta no habría ido jamás; pero pasó y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo; pero eso no justifica que se hayan aprovechado de mi inconsciencia para traerme aquí; bien pudieron haberse hecho como si no me conocieran y seguir por su lado y yo por el mío como hasta ahora — Milen se maldijo intensamente por no haber tenido la fuerza para correr en cuanto supo de quienes se trataban.

— Milen, escucha …

— No tengo nada que escuchar, las cosas están muy claras entre todos nosotros, voy a irme de aquí y a hacer de cuenta que esto jamás paso — Milen apresuradamente se puso de pie y comenzó a buscar sus pertenencias, tardo unos segundos en darse cuenta de que no traía nada, ni su teléfono, ni su bolsa, nada.

Vaciló un segundo sin saber exactamente qué hacer << ya improvisaré un plan, primero tengo que salir de aquí>> se dijo con determinación.

— No puedes irte — habló Noah, llamando su atención al instante.

— ¿Disculpa? — Milen esperaba haber escuchado mal.

— No puedes irte de aquí, no por el momento.

Un par de histéricas carcajadas retumbaron él la fría sala – Carajo Noah, siempre has sido muy divertido; pero en serio que este no es el momento para hacer bromas.

— No estoy bromeando, no puedo dejarte ir, hasta que … — Noah cerró la boca de tajo, no se atrevió a terminar la frase.

Claramente, le dijo a Itzam que retenerla no era buena idea; pero el terco de su amigo no quiso escucharlo.

— ¿hasta qué, ¿qué?, hasta que Itzam te permita hacerlo, anda dilo — reto Milen furiosa — Lamentó decepcionarte Noah; pero yo no tengo por qué seguir órdenes de ninguno de ustedes, así que compromiso — echó a nadar hacia la salida como un tornado capaz de arrasar con cualquier cosa a su paso.

— Lo siento, no puedes irte — espetó a su espalda de forma serena, mientras Milen luchaba con la manija de la puerta que se negaba a ceder.

— ¿Que me lo diga él? — su voz resonó llena de desesperación, seguía con ambas manos sobre la manija; pero había dejado de forcejear con ella — Dile al cobarde tu amigo que venga y me lo diga él, sé que está, escuchando todo. ¡Anda sal ahora mismo o te juro que destrozaré todo hasta que pueda salir de aquí! — amenazó con fuerza.

En la oscuridad Itzam se debatía entre mostrarse ante ella de una vez por todas o dejarse consumir por el miedo a enfrentarla, no estaba seguro de poder controlarse al tenerla enfrente. Una cosa era verla de lejos y otra muy distinta sostenerle la mirada, escuchar su voz llamándolo o sentir su aliento, acariciar su rostro.

No podía, tendría que destrozarla una vez más y no podría soportarlo, por eso le pidió a Noah que ocupara su lugar.

— ¡Vamos, muéstrate!, ¡Dímelo tú!, si es que tienes los pantalones para hacerlo — Milen no para de lanzar injurias, en contra de él.

— Vamos a tranquilizarnos, podemos solucionar todo esto, no es necesario …

—¿Qué quieres que te diga? — la grave voz de Itzam interrumpió a su amigo de pronto. Seguido por un silencio denso y abrumador.

Milen se atragantó con sus propias palabras que se volvieron un nudo en su garganta. La impresión de verlo tan repentinamente en la cena no le permitió notar ciertos detalles en el que ahora quedaban claros a su vista.

Seguía siendo igual de imponente; alto, de hombros anchos, brazos fuertes y cuerpo atlético; pero su rostro se había vuelto incluso más intimidante, mandíbula alta, nariz recta, pómulos altos y largas cejas, el cabello lo tenía más largo, los oscuros mechones le rozaban la el mentón y combinando perfecto con la penumbra de su mirada.

Y fue en sus ojos donde Milenka se detuvo, notando como debajo de esto descansaba una pequeña sombra oscura, estaban un poco hundidos y los pómulos sobresalientes, encuadran su rostro demacrado. Una incipiente capa de barba abrazaba su mandíbula.

<< Parece un loco desquiciado>>

Aunque el rostro de Itzam denotaba que el joven no estaba en su mejor momento, la joven se negó a pensar tajantemente que el hombre se viera, aunque sea un ápice afectado por todo lo que pasan entre ellos.

<< No, él no es capaz de sentir amor, ni mucho menos dolor>> se dijo a sí misma, obligándose a no sentir ni una pizca de preocupación por él; no después de todo el dolor que le había causado.

Pero sí que estaba sufriendo, y no solo por lo que le había hecho, sino por el ver el desprecio mezclado con rencor en su mirada, era consciente de cómo la joven escrutaba su rostro, como buscando algo que apenas ella sabía que era, tal vez arrepentimiento en él, amor o cualquier otra cosa; sin embargo, él siguió firme manteniendo su máscara de indiferencia.

— ¿Entonces?, no piensas hablar — agregó recargando su hombro en la pared sin sacar las manos de sus bolsillos, mostrando descaradamente despreocupación.

— El que tiene que hablar eres tú, no, yo — alegó Milen, sorprendida de que su voz sonó más elocuente de lo que ella se sentía en aquel instante — Yo tengo claro lo que quiero, que es irme de aquí, lo que no entiendo es porque te empeñas en retenerme cuando está claro que mi presencia me molesta.

<< Si supieras lo que en verdad me causa tu presencia>>

— Ya te lo dijo Noah…

—— Noah, no me ha dicho ni un carajo — el aludido ya no se encontraba en ninguna parte, al parecer prefirió dejar que aquellos dos resolvieran sus asuntos en privado.

— Debes irte.

— Si eso ya lo sé, es lo que te estoy tratando de decir, si estamos de acuerdo con eso, no veo por qué cerrar la puerta con llave — alegó Milen confundida

Podrás irte de aquí solo si prometes irte lejos, desaparecerá para siempre de nuestras vidas… Puedes acercarte a mi familia… Ni a mí — la voz de Itzam era un eco sombrío, sabía que ella no le entendiera, así que opto por la crueldad una vez más para lograr su objetivo, aunque eso lo matara en el proceso.

<< Perdóname, perdóname>>

— No pretendo acercarme a tu familia ni mucho menos a ti— aclaró Milen con la herida viva y sangrante en su corazón — ¿por qué habría de hacerlo ahora?, ¿por qué debo irme? — exige saber — a cómo yo lo veo, tú fuiste el que falló en nuestra relación, ¿por qué debo yo ser exiliada? — la voz se le quebró sin poder contener la frustración de ser tratada con tal injusticia — Tengo una vida sabes he logrado avanzar — Itzam resopló incrédulo. No se le podía llamar vida a recluirse en sí misma.

— Tienes que hacerlo.

— ¿De verdad piensas que voy a mudarme a cambiar mi vida por completo solo por qué pareces tú y me lo pides?, está mal de la cabeza Itzam, de verdad, necesitas ayuda.

<< Te necesito a ti>>

— Lo lamento; pero no puedo hacerlo, no voy a ir a ningún lado, voy a seguir con mi vida como si jamás hubieras formado parte de ella y cualquier cosa que haga será mi decisión, no la de nadie más. Ahora abre la m*****a puerta.

<< Mocosa terca>>

Con la desesperación haciendo estragos en él, Itzam dio un par de zancadas cerrando el espacio entre los dos.

— ¡Maldita sea!, ¿qué m****as hacías en ese lugar?, ¿por qué no te quedaste lejos?, ¿por qué volviste?, todo se ha ido a la m****a — espetó cerca de su rostro acorralándola contra la puerta, colocando sus manos a cada lado de ella.

La rudeza de su voz, sobre salto a Milen, no obstante, no ocultó la preocupación de sus ojos y ella pudo notarlo cuando conectó sus ojos con los suyos. Sus respiraciones se entrelazaron, trayendo miles de recuerdos entre ellos.

Recordándoles que hubo un tiempo en el que perderse en los ojos del otro le daba significado a sus vidas y como compartir esos momentos era indispensable, para que el otro sobreviviera. El comportamiento de Itzam la confundida y la ofendía sobremanera; sin embargo, le costaba creer que él de verdad la despreciara tanto como lo hacía ver sus acciones, sobre todo cuando lo tenía tan cerca, cuando oía sentir los latidos de su corazón acompasados con el suyo, cuando podía ver en su mirada el mismo sufrimiento que ella vio por meses reflejados en los suyos al mirarse a los ojos, reconocería esa agonía donde fuera.

Su cuerpo reaccionó antes de que ella pudiera darse cuenta, se percató de su error cuando sus manos ya se encontraban a milímetros del rostro de Itzam, con la firme intención de acariciar aquella sombra que enmarcaba su mirada...

Itzam luchaba con todas sus fuerzas por impedir que su cuerpo cediera a sus verdaderos deseos que iban más allá de acariciar el rostro de la joven como ella pretendía hacerlo con él. Anhelaba envolverla en sus brazos con fuerza, perderse en su aroma y sus besos.

<< No puedo hacerlo>>

Giro su rostro justo antes de que ella pudiera tocarlo y dio un par de pasos hacia atrás.

La sombra de la decepción surcó el rostro de la joven, decepcionada de sí misma por ver esperanza donde no la había. Se recompuso en segundos levantando su rostro de forma altiva.

— Abre la puerta, me voy — le ordenó.

— No te irás, hasta …

— Me importa una m****a lo que quieras, no voy a prometerte nada, soy dueña de mi vida y puedo hacer lo que me dé gana, no puedes retenerme aquí a la fuerza, o es que piensas amarrarme y meterme en un avión tú mismo, sabes que eso solo empeora las cosas.

Definitivamente, a Itzam las ideas de Milen no le parecían tan descabelladas, tenerla encerrada lejos de Nerón, cualquier cosa con tal de evitar que ese infeliz le pusiera las manos encima, era una opinión para él, realmente lo estaba considerando.

— Rigo ya viene para acá — anunció Noah. Itzam sintió la traición por parte de su amigo — Tiene razón, no podemos mantenerla aquí a la fuerza — se explicó rápidamente al notar que Itzam lo acribillaba con la mirada.

— Ella… sabes … No puedo — balbuceó Itzam presa de la histeria.

— Lo sé, todo se está revisando, lo arreglaremos, ¿está bien?, confía en mi hermano — Milen paseaba su mirada de uno a otro sin entender una palabra de su conversación.

— Si te atreves siquiera a acercarte a un kilómetro de distancia de mi familia o a mí, te vas a arrepentir — dijo con voz amenazante.

— ¿Qué es lo que pasa contigo? …

— No estoy jugando, no te quiero cerca, ¿lo entiendes?, ¡no quiero que te me acerques!

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