Capítulo 17. Efímera felicidad

Grecia volvió al campo y continuó su labor. Se sentía observada, podía sentir la mirada de Diego taladrando su nuca y poco le importó. Decidió que ignorarlo era una buena cosa.

Una vez terminó su jornada volvió a la choza que le fue asignada como su casa, no sabía exactamente la razón por la cual estaba allí o cuáles eran las intenciones de Diego Mendoza, pero esto era mejor de lo que había tenido alguna vez en su vida. Estaba lejos de la maldad de su hermano, podía sentir que tenía una efímera felicidad, era consciente que esto no sería para siempre, que más tarde que temprano él le revelaría el motivo de su matrimonio, porque si su intención era atormentarla haciendo que trabajara de sol a sol, entonces ella podía sentirse en la gloria, porque prefería ser una recolectora feliz y no una esposa frustrada y amargada.<

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