C24 -DESAFÍO DIRECTO AL ALFA.
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Narissa recostó la espalda contra la silla, con un aire de superioridad.
—Esto no es un espectáculo para sirvientas. Aquí decidimos nosotros —dijo, sin apartar la mirada de Elizabeth, como si quisiera recordarle su lugar.
Pero la otra no parpadeó, y su voz salió tranquila y confiada.
—Y como ama de llaves, soy responsable del inventario de provisiones. Y ayer, mientras lo revisaba, por accidente derramé hojas de falaris roja. Todos saben que al tocarla con las manos desnudas provoca ronchas que duran días.
El consejo guardó silencio, y ella giró hacia los presentes.
—Ordeno que todos los que estuvieron en el almacén muestren sus manos.
El omega que había sido acusado fue el primero en hacerlo. Su piel estaba limpia, sin rastro de marcas. Después, uno a uno, los demás siguieron, algunos con expresión incómoda. Finalmente, le llegó el turno al anciano que había señalado al niño con tanta seguridad.
Él levantó el mentón, buscando mantener el control.
—Pude h