C100-¿TIENEN SILENCIO EN EL MENÚ?
Elizabeth había pasado la última hora intentando convencerse de que no le importaba, que lo que Gideon hiciera fuera de esa casa no tenía por qué afectarla. Pero cada vez que cerraba los ojos, su mente la traicionaba. Lo veía riéndose con esa tal doctora Aliya, inclinándose sobre la mesa con esa sonrisa arrogante, o peor, imaginaba a esa mujer atreviéndose a tocarle el brazo o a rozarle el cuello.
"Seguro ahora mismo está enseñándole esos malditos colmillos como si fueran un atractivo", pensó con rabia, y sin poder evitarlo, se imaginó a Aliya tirándole del saco de la chaqueta, diciendo con voz empalagosa: "Alfa, nunca había conocido un hombre como usted".
Elizabeth gruñó bajo, tan fuerte que los bebés en el cochecito la miraron un segundo antes de volver a dormir.
«Ridícula… ¿qué haces imaginándote esas cosas?» se reprendió, pero su loba no tuvo piedad.
"Puede que sí pase, por tu culpa. Seguro ya la tiene contra la pared. Y si no… lo hará muy pronto.