Salvala, Isabella

A Camilo casi se le saltan los ojos, el Alfa había dicho que el sería la carnada, no tenía idea de que estaba tratando Pero fuera lo que fuera no quería participar, mucho menos de carnada

— ¡¿Qué dijiste?! yo no quiero ser la carnada, esos dos demonios me van a comer, quiero algún día encontrar a mi mate y casarme, aunque creo que le pediré que no tengamos cachorros, no quiero que me pase lo que a tí, tus cachorros casi destruyen este antiguo castillo, hicieron llorar a tu luna y a ti están por volverte loco

De pronto y sin que el beta se lo esperaba, la mano de Luciano estaba. en su hombro

— ¡Ayúdame! no sé que castigo ponerles, los castigué sin salir y aún así se las ingeniaron para invitar a esos traviesos lobeznos y hacer de las suyas

— ¡Es que... no soy padre, no sé cómo se crían a los cachorros! lo único que se me ocurre es que los mantengas ocupados, ponlos a hacer algún trabajo

— ¿No te parece que son muy pequeños? además, ¿en dónde podría ponerlos?

— Hmmm... puede ser con
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