La rubia abre sus ojos de repente, casi como si hubiese sido despertada con un sacudón. La luz blanca la dejó ciega por un instante, instante en el que el olor a hospital la invadió y los recuerdos llegaron a su cabeza como golpes.
Todo estaba demasiado vivido, Xiomara entrando a la velada y luego todo negro, en su cabeza estaba la idea de que había sido atrapada nuevamente por las fieras manos de esa mala mujer, así que sus nervios y miedo le provocaron un ataque de pánico.
Empezó a gritar de manera descontrolada.
—¡No! ¡No! ¡No! de nuevo no —las lágrimas salían con intensidad y su cuerpo estaba convulsionando. Esta simple acción hizo que Martín se diera cuenta de que Ana aún tenía miedo, él tenía miedo, Su pecho se estrujo y algunas lágrimas se asomaron en su rostro, pues la escena de ver a su amada tan afect