—Muy bien, sigamos adelante —dijo Nicholas finalmente, moviéndose hacia adelante con decisión.
A medida que avanzaban, el bosque se volvía más espeso, las ramas y raíces amenazando con ralentizar su progreso. Samuel ayudaba a Alice con Dalton, mientras que Elizabeth seguía marcando el camino. El aire nocturno se volvía más frío, y un leve viento comenzaba a susurrar entre los árboles.
Después de lo que pareció una eternidad, divisaron la cabaña de cazadores en la distancia. Era pequeña y estaba claramente abandonada, con tablas sueltas en las paredes y un techo parcialmente colapsado. Sin embargo, ofrecía la protección que necesitaban desesperadamente.
—Llegamos —dijo Elizabeth, dejando escapar un suspiro de alivio.
Nicholas se adelantó para inspeccionar la cabaña, asegurándose de que no hubiera trampas o señales de ocupación reciente. Cuando estuvo seguro de que era segura, llamó al resto.
—Adentro. Vamos a organizarnos y decidir qué hacer después.
El grupo entró en la cabaña, dejando