206: Es hora de irse

El líder de los mercenarios caminaba hacia la celda de Dalton, con su rumbo fijo, mientras que el sonido de sus botas resonaba en el pasillo de piedra, mezclándose con el eco de los gritos lejanos de otros prisioneros que habían sido capturados por órdenes de Alfa, siendo los vivos ejemplos de los crímenes cometidos por el líder de la agencia. Dalton, con el rostro demacrado y la mirada perdida, apenas levantó la cabeza cuando se abrió la puerta de su celda. El líder de los mercenarios se adentró en esta, con la mirada fija en la cabeza a gachas de Dalton, su mirada estaba enmarcada por su habitual semblante inescrutable; se acercó al castaño lisiado con pasos firmes, seguido de cerca por dos de sus guardias armados, como si Dalton pudiera defenderse en su estado deplorable. Dalton alzó la vista, manteniendo su cara póker y solo mantuvo su calma.

—Dalton, Dalton, Dalton… —Musitó el líder fingiendo un tono amigable, sin dejar su postura fría y autoritaria. —Es hora de irse.

Dalton revo
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