ALESSIA
Después de instalarnos en la habitación y descansar, me despierta con sus besos que recorren mi cuello, mantengo cerrado los ojos para disfrutarlo, deslizo mis manos por su ancha espalda.
-Hola, despierta necesitas comer preciosa.
Gimo sin ganas de abrir los ojos – dame cinco minutos.
Se ríe – vamos, ya pedí el desayuno, tenemos mucho por hacer, podemos salir a recorrer la playa y conocer el lugar o prefieres que nos quedemos en la habitación, por mí no hay problema estoy para complacerte, es para ti este viaje. Es tu regalo.
-En cinco minutos estoy lista – le digo entre risas ya que me hace costillas su barba.
Salimos a la playa, el lugar es hermoso, cálido a diferencia del frió de Londres, siempre había querido venir con mi familia o con mis amigas.
Me llevó a un restaurante con vista al mar, después de una larga caminata curioseando por los locales la sensación de libertad es única.
-¿Qué te parece?
-Hermoso definitivamente.
-Me alegra que te guste, es para que lo disfrute