Me le quedo mirando al hombre desnudo; asustada, confusa y desconcertada. Tiemblo de pies a cabeza. ¿Qué sucedió entre nosotros? ¿Por qué estoy con él en esta habitación? ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué hago con este hombre?
―No te asustes, déjame explicarte.
Sale de la cama y se pone de pie, dejando expuesta esa hermosa y perfecta musculatura llena de fibras que lo hace ver como un dios escandinavo. Ahogo un grito y gira la cara cuando mis ojos se enfocan en la monstruosidad que lleva entre sus piernas.
―¡No te acerques, desgraciado, o te juro que no respondo de mí!
Toma una de las almohadas de la cama y se tapa el miembro con ella. Es entonces cuando entro en consciencia y me doy cuenta de que yo también estoy completamente en cueros. Grito y salto sobre la cama para atrapar la sábana y cubrirme con ella.
―Espera, no te alteres, hay una explicación perfecta para esto ―niega con la cabeza y extiende su brazo, para pedirme calma y cordura―, no es lo que parece.
¿No es lo que parece?
―En