Dayana mecía a su hijo, no sabía a qué hacer, no sabía a dónde ir, esta vez, no podía ver el lado amable de las cosas, esta vez, se sentía tan perdida como cuando supo que estaba embarazada.
Thiago vio la escena al llegar al parque y no pudo evitar sentir que su pecho se le hundía.
- Dayana, Dayana, ¿Qué demonios voy a hacer contigo? Sigues siendo un maldito dolor de cabeza. -dijo Thiago, en un tono de voz un poco más suave.
Dayana levantó la cabeza y vio con terror al hombre que tenía frente a ella y no pudo evitar ponerse a llorar.
- Déjanos ir… Tú no quieres esto y yo tampoco, déjanos ir… -dijo la mujer con Rui en brazos dormido.
Thiago, al ver el terror en Dayana, sintió una fuerte punzada en el pecho y en el corazón. Estaba claro que jamás debió actuar de esa manera, jamás debió tocarla así y no sabía ni cómo pedir disculpas.
- ¡Dame al niño! Ya está bajando la temperatura, se puede resfriar. Vamos al hotel, solo traes un delgado vestido y tú también te vas a enfermar. -dijo Thia