Yo asiento con delicadeza y siento que me ha tendido una trampa, quiere que me disculpe, lo sé y lo entiendo, no puedo empezar un entrenamiento o mi día con un disgusto… eso me aconsejó mi padre y Atlas lo está aplicando.
Toco la puerta y mi padre ya sabe quién soy, pues me da el permiso de entrar diciendo mi nombre, a veces ser lobos es una desventaja. Entro y lo veo tallando una madera, esta tenía la forma de un lobo.
—¿Sucede algo, hijo? —pregunta mi padre y me ve.
—Ehm solo que necesito reparar algo y no sé si puedas prestarme algunas cosas —pido con miedo.
—Claro, ¿Se puede saber para qué es? Digo para así ayudarte a encontrar lo que necesitas.
—No te preocupes, sé lo que necesito, gracias papá —sonrío.
Entre sus cosas comienzo a buscar lo necesario y en cuanto lo consigo me despido de mi padre además de agradecerle y pronto le regresaría sus cosas.
—Lo que sea por mis hijos —me responde él y yo me detengo con la mano en la puerta y agachó mi rostro. Que cara dura soy, debo discu