En el muelle a las 11:30

Ir en el mismo vehículo con Evans y con Kaleb era algo estresante, ya que se notaba que había un choque de imponencias y de egocentristas que hacía que el ambiente estuviera a punto de estallar a todo momento.

Por otra parte, el tal Phillip era un chico muy agradable, algo risueño.

Ninguno en esa limusina tenía conocimiento de mi luto, pero era mejor así. En ese momento no necesitaba la compasión de nadie.

Fueron cuarenta minutos de camino hasta que llegamos a lo que parecía ser una mansión frente al mar. Un hermoso edificio construido en color blanco con muchos detalles en madera robusta.

Nos bajamos y los demás participantes estaban como niños pequeños presenciando regalo de cumpleaños. El lugar era asombroso.

Y para mayor sorpresa, la persona que nos iba a hacer el tour por la casa era Luna Vidali, quien llevaba el cabello recogido en una cola de caballo y

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