En ese momento, los rostros de Abelardo y Fermín se tornaron extremadamente sombríos. Después de un breve silencio, Estrella observaba sus expresiones ocasionalmente. Jonathan y Caín parecían aún más imponentes en su actitud que anteriormente, quizás debido al respaldo de sus dos padres, y sus miradas hacia Claus estaban llenas de desprecio e ira.
Rosalía reflexionó en silencio por un momento y luego les dijo a Abelardo y Fermín: —Consideraré lo que mencionaron. A pesar de que hoy es el día de su regreso y debería recibirlos adecuadamente, debido a mi difícil estado de salud, no puedo hacerlo. Por lo tanto, hagan sus arreglos ustedes mismos.
Ella comprendía la personalidad de ambos y, sabía que solo al aceptar su solicitud podría calmar su total descontento. Dado su carácter terco, negarse podría llevarla a problemas innecesarios. Ella solo esperaba que se fueran lo más pronto posible, ya que su presencia la hacía sentir bastante incómoda.
La firme permanencia de Abelardo y Fermín l