Después de la cena, los dos salieron del restaurante.
Estrella acariciaba su pulsera de vez en cuando y Claus la protegía a su lado para evitar que se cayera.
Cuando llegaron al estacionamiento, Claus le preguntó:
—¿Regresamos?
Estrella negó con la cabeza y propuso:
—No regresemos ahora. ¿Qué te parece si damos un paseo por los alrededores para ayudar a la digestión?
Pocas veces salían juntos. Como estaba de buen estado de humor, Estrella no quería volver a casa tan pronto. Claus no rechazó su propuesta porque también quería quedarse con ella más tiempo.
Le dio la mano a Estrella y preguntó:
—Dime, ¿adónde quieres ir? Te llevaré allá.
La palma de Claus era cálida y seca, lo que le dio sensación de seguridad. Sin embargo, no le parecía una acción apropiada, así que quería soltarla. Justo en ese momento, oyó la voz amplia y varonil de Claus diciendo:
—No te muevas. No hay suficiente luz aquí. Es posible que lleguemos a un lugar en el que haya mucha gente. No nos separemos.
Las palabras d