Se demora unos segundos en darse cuenta de que no soy un espejismo, la veo apretar la mano del tipo.
-Lu… Señor Cavalcanti.-Dejemos los formalismos, Emily – aparece un mesero para ofrecerme algo de beber -. Un cabernet sauvignon… no, mejor un jugo de naranja, gracias – dirijo mi vista a ella, que sigue prendida del gorila irlandés y mi furia crece aún más -. Bueno, todavía espero. Mientras antes me des mis cosas, antes podrás seguir en tu cita.-¿Él es el hombre del que me hablaste?-Sí, él es mi jefe.-Así es – miro al hombre desafiante -, soy su jefe, me ve a diario.-Luca, ¿cómo supiste dónde estaba?-Verás, mi querida Emily. Cuando me desperté y vi todo oscuro, me sentí desorientado. Quise salir de mi oficina, pero ¡sorpresa! – alzo los brazos y ella se sonroja -, no podía sal