Lo que pasa en el baño se queda en...

Lukyan intentaba enfocar la silueta del plato con pedazos de carne y fruta muy apetecibles, con desconfianza. Si algo había aprendido en los años que estuvo en cautiverio era que no debía aceptar comida a menos que supiera su procedencia. No habría sido una, las veces que habían drogado su cena para hacerlo entrar en celo y forzarlo a tener hijos. Como se dice, la tercera era la vencida y después de la segunda vez se había reusado a comer.

Ahí vinieron las inyecciones tan dolorosas que habían dejado marcas en su cuello. Cuando Sylas quería algo, era difícil que no lo consiguiera.

-Tendremos que cortarlo- la voz de Bastian a su espalda lo sacó que sus pensamientos

-¿Qué?

-Que habrá que cortarlo, tu cabello está muy enredado, no hay forma de peinarlo-

-Haz lo que quieras- le dijo sin tomarle importancia. Siempre lo había llevado algo

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