Capítulo 45 La sabiduría de los niños
Felipe se metió las manos en los bolsillos del pantalón y se apoyó en una columna cercana. Sacó su teléfono y llamó a su chofer.
— ¿Estás de regreso al hospital? —preguntó, su voz tensa.
—Ya voy de vuelta —respondió el chofer.
—Ven, te espero aquí. Necesito ir a casa.
Aún no entendía bien por qué le había dicho a Belinda que Daniela era parte de su personal. Belinda era su amiga desde hace muchos años, pero también estaba en trámites de divorcio con Javier y aún podía verse y a ella escapársele esa información. No confiaba en Javier. Aunque en realidad no había mentido, solo omitió información, no podía arriesgarse a que Belinda le diera esa información a Javier.
Javier era peligroso. Su apodo, "Tiburón", lo decía todo. En el mundo de los negocios, su reputación era temida; siempre estaba dispuesto a devorar a quienes se interponían en su camino. No era solo su agresividad lo que asustaba, sino su astucia.
Estos comportamientos lo habían converti