Capítulo 31
—Esta es la hija que conseguiste con tanto esfuerzo. Es tu culpa por no poder dar a luz a una hija sana, ¿por qué me culpas a mí? —dijo.

Francisco giró la cara, manteniendo su frialdad, e incluso mientras miraba a Nieves, sus ojos mostraban cierta burla.

—No me digas que has olvidado cómo te metiste en mi cama sin vergüenza alguna y cómo maquinaste el nacimiento de esta niña.

—Ya que te gustan tanto los niños, muy bien, te daré otro y asunto arreglado.

Diciendo esto, Francisco dio un paso adelante, tomó el mentón de Nieves y la besó.

¡Qué asco, qué absoluto asco!

Nieves nunca imaginó que podría sentir tanto asco. Usando toda su fuerza, empujó violentamente a Francisco.

—Ya estamos divorciados, Francisco, ¿podrías tener algo de dignidad?

Francisco jamás esperó que su beso fuera rechazado de esa manera.

Sus ojos se llenaron de irritación: —Nieves, no tenemos certificado de divorcio, seguimos siendo esposos. ¿Por qué te haces la difícil? ¿Qué pretendes?

Si esto era lo que ella quería, ¿po
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