David Spencer es un playboy que ha llegado a la cima a base de sangre y esfuerzo. Siempre ha sabido que el dinero no lo es todo, pero está muy agradecido de todos sus beneficios. Tenía una fila de mujeres tan larga como de gorda era su billetera. No creía en el amor hasta que una preciosa pelirroja se cruza en su camino. Valentina Cronwell es una de las mejores cirujanas del país. Siempre ha vivido una vida llena de privilegios y oportunidades, pero le enseñaron desde bien pequeña que el dinero no servía de nada si no tenías a nadie con quien compartir tu vida. Su mayor deseo es poder alcanzar ese amor que sale en las películas. Había tenido sus encuentros ocasionales con chicos, hasta que tiene que atender a un trigueños de ojos oscuros que parece un dios griego. Ninguno de los imaginó que el verdadero amor tocaría sus puertas a pesar del poco tiempo que llevan conociéndose. Sin embargo un malentendido hace que el amor de lugar al odio. Y que los deseos de estar juntos para siempre se conviertan en deseos de venganza. Las circunstancias los separaron. Pero David quiere recuperar a Valentina a toda costa y hacerla pagar por destruir su corazón. Una fusión de empresas es el momento exacto para proponer. Para que surja un matrimonio por convenio. ¿Podrá el amor resurgir de las cenizas o el odio gobernará sus corazones? ¿Quién quedará de pie cuando las piezas caigan?
Leer másNovela registrada bajo el código 2305114290452 de Safecreative. Todos los derechos reservados. Prohibida su distribución o copia sin permiso de la autora.
— ¿No podías tratar mejor a mi hermano? Te recuerdo que ahora también es tu familia.—Tu hermano es un entrometido. Mira que tener cara y decirme que clase inversión habías hecho. David estrujó los dientes y sus nudillos se pusieron blancos con la fuerza que apretó el volante. Nunca había imaginado casarse con tan sólo treinta y tres años. La vida era muy bella y demasiado corta para atarse a una misma persona para siempre. Sin embargo la oferta de Fernando Cronwell había sido demasiado tentadora. El impulso que había necesitado para levantar sus alas y emprender vuelo. Aunque la consecuencia fuera que se había casado hace menos de una hora con la diabólica mujer que estaba a su lado. Una mujer que había aprendido a odiar.—Y no sé porqué —continuó Valentina completamente ajena a los pensamientos de su esposo—. No hay nada digno en comprar una novia.—Ya está bien —expresó airado—. No te obligué a firmar nada. Tú hiciste todo, firmaste todo por voluntad propia.—No me jodas, David. La empresa de mi padre se hubiera ido directo a la bancarrota. No me dejaste opción ninguna.—Quien iba a decir que una médico cirujana tan reputada tuviera un lenguaje tan colorido. Si les hablas así a tus pacientes no dudo que saldrán corriendo. Valentina le hizo un corte de mangas sin disimular su enfado. Lo de la simulación del matrimonio ante doscientos invitados lo pasaba. La falsa luna de miel era algo intolerable. Por qué motivo o razón tenían que estar en un hotel en medio de la nada especializado en recién casados cuando ambos sabían que todo eso era una pantomima. Podían haber engañado a la prensa, a los cientos de comensales que habían asistido a su banquete de bodas, incluso a Valeria, su gemela idéntica, de que estaban profundamente enamorados, pero no dejaba de ser mentira. Y eso era algo absolutamente innecesario.—Necesitamos conocernos, Valentina. Ambos hemos cambiado en este año —declaró David más calmado. Que ambos tuvieran el genio subido a la enésima potencia no ayudaba en nada a la situación. Si se ponía en los zapatos de su mujer entendía su posición, pero había oportunidades en la vida que había que cogerlas con ambas manos y no dejarlas escapar. Esas oportunidades que tocaban la puerta una sola vez.—No quiero conocerte más. Lo que hasta ahora me has mostrado no me gusta ni un pelo. Ten por seguro que no quiero repetir la experiencia.—Pues el sentimiento no es mutuo, sirena. No imaginas las ganas que tengo de saber si las curvas que muestra tu ropa son reales o solo mera fantasía. —David le dijo el apodo sin pensar. El sobrenombre que le había puesto cuando se conocieron, pero que hacía un año no pronunciaba. Siendo completamente sincero, Valentina Cronwell con ese pelo rojo vino, ese cuerpo de guitarra y esos extraordinarios ojos, le recordaba a las míticas mujeres pez. Esas que podían hacer que un marinero perdiera completamente la cordura y encallar su navío contra un arrecife. Valentina entrecerró los ojos antes de expresar:—Primero muerta, sabes. Primero muerta antes de dejar que las manos de un hombre que considera a las mujeres como simples trámites comerciales, me toque.— ¡Oh no! No debiste hacer eso, cariño.— ¿El qué? —Por primera vez desde que habían iniciado esa discusión que no se sabía si era una nueva o solo continuación de todas sus anteriores disputas, Valentina se mostró precavida. Se había adentrado en lugares desconocidos y a su parecer había dejado de ser la cazadora para convertirse en la caza.—Me encantan los retos. Nunca digo que no a ninguno. Y tú. Tú acabas de servirme uno en bandeja de plata. Y te advierto algo, sirena: David Spencer nunca pierde una pelea. Jamás.— ¿Y quién te ha convencido que yo sí, gilipollas? Uno no se convierte en una de las mejores cirujanas del país sin saber luchar. Te puedo asegurar que los residentes son verdaderos demonios.—Entonces ¿tenemos un trato, sirena? —preguntó David mientras extendía una mano para cerrar sus palabras. Aunque lo que de verdad anhelaba era besar esos labios rojos y hundirse en ese cuerpo de pecado. Valentina sospesó los pros y los contra, recordando el otro trato que habían hecho toda una vida atrás. Había pretendido dejar todo claro desde el principio y ella misma había caído en la trampa que le había tendido. No podía criticar a su oponente al utilizar las ventajas que ella había dejado a su espalda sin haberse percatado. Eso le hablaba de alguien audaz. Alguien que no se dejaba gobernar por las circunstancias si no que hacía que se adaptaran a él. Le gustó ese aspecto. Aunque jamás su boca lo diría en voz alta. Tampoco dejaba de admitir que ganar esa apuesta le bajaría varios grados el ego a su marido. Y se moría por verlo de rodillas. Suponía que estaba en la fase de la venganza. Había pasado por la negación, por la vergüenza, por la ira. Podía tenerlo a sus pies y después darle la patada. Solo para demostrarle que había hecho muy mal al pedir su mano como condición de ayudar a su padre. Sin meditarlo más, se decidió. Era hora de dejar el juego y convertirse en una verdadera reina.—Tenemos un trato, marido. Prepárate para morder el polvo.—No así no —David no había acabado de hablar cuando unió sus labios en un beso voraz, pero demasiado rápido. Como mismo empezó concluyó, pero no habían establecido las reglas por lo que podría jugar todo lo sucio que le diera la gana—. A falta de papel y pluma. Quiero un beso.—No sabía que fueras un tramposo.—En la guerra y en al amor, todo se vale. Ese fugaz beso los había hecho entretenerse. No había peligro de accidente pues eran pocos los coches que se desviaban por ese camino pero no los hizo darse cuenta del despeñadero que había delante.— ¡CUIDADO! —gritó Valentina sin pretenderlo. Pero fue demasiado tarde para ajustar el control del auto. Salió de la carretera. Solo para caer en las frías aguas que había varios metros al fondo. Todo se sintió pesado antes que la oscuridad reclamara a sus dos ocupantes.Bueno pues hasta aquí llegamos. Han sido unos meses intensos. Espero que les haya gustado y que la hayan disfrutado.Que el amor de las gemelas por sus parejas, por su familia, por sus amigos y entre ellas, les recuerden que no hay nada más importante que las personas que te quieren bien y siempre están ahí para ti sin importar si los unen lazos de sangre o no. Gracias por haberme acompañado hasta aquí. De verdad agradezco de todo corazón la oportunidad que me dan al leerme. Gracias a l@s que comentaron. Ojalá un día sean muchos los comentarios que me dejen. Los aprecio mucho.Me demoraré en volver. Pero lo haré (en este año no se asusten jjjjj). Y cuando lo haga les traeré tres novelas. La primera la de Amber. La chica "mala" de "De Londres a San Francisco. Así que den vueltecitas de vez en cuando.Por favor no dejen de recomendar esta historia. Gracias de nuevo. Bendiciones.Un abrazo grande. YilyTM
Meses después Valentina y ella estaban sentadas en la cubierta del barco, rodeadas de capazos de bebés. —Dios mío, por fin —dijo su hermana bebiendo de su té helado. Estaba atardeciendo y los colores pintaban el firmamento, ya no hacía tanto calor. Era agradable la brisa y en el barco se estaba muy bien. —Llevan toda la tarde que cuando no llora uno llora el otro. ¡Dios, necesitaba estas vacaciones! —Hicieron una buena inversión al comprar el yate. —Pues sí. Me encanta la vista. Si mi marido no estuviera tan bueno, le echaría el ojo al tuyo —Valentina la miró con el ceño fruncido para después soltar una carcajada. Ambas gemelas suspiraron. Era cierto que Noah y David en shorts de baño y con el torso al aire era un espectáculo por el que cualquier mujer pagaría un dineral. Estaban recorriendo el Mediterráneo. Sus padres estaban en la otra punta pescando y sus rostros estaban llenos de júbilo.—Es bueno tenerte conmigo, Ria. Y aunque quiero que seas feliz no soportaría que estés e
"Mi querida pelirroja: Recién acabo de leer el diario de tu tía. Si la tuviera delante la estrangularía por todo el daño que te hizo, pero saber que yo fui el causante de tus últimas lágrimas no es trago de muy buen gusto. Mi mayor disgusto es no haberte creído. Haber dudado de la mujer que por mucho que quise negar, amé y seguiré amando por la eternidad. Tengo que arreglar las cosas conmigo mismo. Decidir que hacer porque si de algo puedes estar segura, es que me corto un brazo antes de volver a hacerte daño. No quiero extenderme. Lo más probable es que me demore en volver o que mejor no vuela. Pero siempre contarás conmigo. Los niños y tú recibirán una manutención todos los meses. Espero que seas feliz. No dejes de mandarme fotos. Noah."En la cabeza de Valeria reinó el silencio. Dejó de escuchar las voces a su alrededor. La había dejado. No obstante una frase no dejaba de darle vueltas. "Te amaré por toda la eternidad
—Noah, me voy. No aguanto más. Tu también deberías descansar —Las palabras de Valentina se escucharon bajas. De alguna forma ese día había sido demasiado extenuante para todos—. Le encargué a las enfermeras que me notificarán cualquier cosa. Pero tenemos esperanzas. Venga, vete.Noah miró el reloj con parsimonia. Las once y media de la noche. Se extrañaba que David no hubiera ido a buscar a su cuñada. Las ojeras de Valentina resaltaban en su pálida piel y el cansancio encorvaba sus hombros.—No puedo irme. Sé que no puedo hacer nada, pero en la casa lo único que haría sería dar vueltas en la cama. No te preocupes. Tú también tienes que cuidarte. Ya no eres solo tú. —Disfruta de las sillas. Hasta mañana. Me espera un regañón al llegar a casa. Me parece que tendré que salir de licencia antes si David sigue comportándose como un energúmeno cada vez que según él, hago algo indebido.—Te digo un secreto. Todos somos así. Tenemos un miedo terrible a lo desconocido. Y aunque sabemos que ten
Valeria sonrió ante la foto que coronaba su escritorio. Su familia al completo. En la ceremonia de renovación de votos de su mamá y su papá. Ese día el amor podía respirarse en el aire tan fuerte como las flores que estaban dando el comienzo de la primavera. Había llorado con sollozos y todo. Le había echado la culpa a las hormonas. Pero no podía evitar el júbilo que corría por sus venas al ser partícipe de la felicidad de sus padres.Hacía tres meses ya de esa celebración. Siete desde que se habían vuelto a reencontrar. Desde que no habían vuelto a tener noticias de Bibiana. Jamás ninguna de las dos volvió a referirse a la hermana de su madre como su tía. No merecía ser llamada como tal. Era un error. Un gran error que pertenecía al pasado. Y ahí debía quedarse. Valeria se pasó una mano por su prominente barriga. Tratando de alguna forma de calmar la cantidad de volteretas que estaban haciendo. Fue en vano. Sus pequeños le estaban diciendo que ya era la hora de comer. Que no se ent
La sentencia fue clara. Bibiana Martins, porque no había ningún documento que certificara que se apellidaba Cronwell fue declarada que no estaba en plenas facultades. Su condena fue pasar el resto de su vida en un instintuto de enfermos mentales, en un lugar donde no se hablara ingles y donde siempre estuviera un ojo sobre ella. Fernando Cronwell se encargaría de eso. Como de alguna otra cosilla más. No le iba a volver a hacer daño a su familia. Ni a más de mil kilómetros de distancia se iba a acercar a ellos. —Ganamos, mamá. Ganamos —dijo Valeria emocionada mientras le daba un abrazo a su madre. No iba a permitir que nadie los volviera a lastimar. Aunque por la mirada de su padre supo que élse encargaría de eso. Valentina se acercó a darle un beso en la mejilla. Ella no había podido tener ese tiempo.—Hacemos un buen equipo, pelirroja —advirtió Noah colocando un brazo encima de su mujer y dándole un beso en la cabeza— ¿Lo celebramos?—Sí, claro —respondió a la vez que no dejaba de
Último capítulo