Me sentía preparada para darle una oportunidad. Si Felipe quería ofrecerme las explicaciones pertinentes, ¿quién era yo para quitarle el derecho? Además, yo también merecía saber la verdad.
- Nos podemos ver mañana si te apetece...--- rompió el silencio. Estábamos delante del restaurante, a punto de despedirnos y seguir cada uno su camino. - Prefiero ahora si no es mucha molestia--- interrumpí su oración con seriedad. Estaba ansiosa por saber cuanto antes lo que había conducido a mi marido a herirme de esa forma. Después de caminar como veinte minutos hasta llegar a la que todavía era nuestra casa, vi nostalgia en su mirada. Paró delante de esta y miró como si fuera por primera vez, aunque vivió allí y también la visitó las veces que me vino a buscar. Tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y tengo que reconocer que el traje le quedaba como Dios. - ¿Nos vamos a quedar aquí toda la noche?---pregunté mirándole fijamente. El frunció ligeramente el ceño y me siguió incrédulo. Abrí la puerta y le invité, a lo que él pasó dando pasos como con miedo. Me quité la chaqueta pero no me dio tiempo a más cuando sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo. Tenía sentimientos encontrados por lo que lo aparté con suavidad, además de que la tensión entre nosotros se sentía a kilómetros. - Todavía no es el momento Felipe. Creo que para empezar deberíamos de ponernos cómodos porque la noche va a ser muy larga. ¿Quieres un café? - Acepto lo que sea que me quieras ofrecer--- me vio a los ojos y por un momento no supe como interpretar ese brillo que se apoderó de su mirada.--- pero por ahora un café está bien, supongo...--- contestó corto. - Ahora vuelvo,ponte cómodo--- hablé dudando de si está bien decirle eso o dejar que decida por si sólo. - Gracias. Imagino qué estarás bien sola,pero si necesitas una mano, estoy aquí...siempre---la última palabra casi la balbuceó. Moví la cabeza y salí de allí sin añadir nada más. Llegamos en un punto donde las palabras sobraban y éramos como dos extraños que aprendían a conocerse. Preparé el café y en una bandeja puse dos raciones de mi postre favorito, el mismo que Felipe preparaba para mi. Mi sorpresa fue que al llegar al salón, el estaba de pie viendo las fotos de nuestra boda. - Felipe, ¿estás bien?--- toqué su hombro y apenas entonces se percató de mi presencia---te he llamado varias veces. - Perdóname--- balbuceó mirándomepor encima del hombro--- estaba ido, eh...Los recuerdos me invadieron por un momento...tu no venías y me sorprendí al darme cuenta que todavía tienes fotos...nuestras fotos---torció su cabeza fugitivamente hacia las estanterías para luego poner otra vez su mirada fija en mi. Quedé de piedra. Pero ¿cómo va a pensar que ya no tengo las fotos? -Pero ¿qué dices? --- pregunté, y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Sus ojos no dejaban de verme y ya me estaba poniendo muy nerviosa.--- ¿Estás bien? - Que te preocupes por mi me llena de alegría--- sonrió de lado como acostumbraba hacerlo antaño. Le veía muy esperanzado, tal vez me equivoque, pero a ratos una especie de alegrías apoderaba de mí ser. - Por favor , vamos a sentarnos ,tenemos que hablar. Sacó sus manos de los bolsillo del pantalon y me quitó la bandeja,creo que apenas entonces se percató de que la sujetaba. Se veía avergonzado, pues en todo momento sonreía como un niño. -Isabel, lo que tengo que decirte es muy serio, por lo que tiene que ser ya--- nos sentamos y el suspiró---no quiero hacerte daño,ni el más mínimo, que conste, pero creo que no hay otro camino que podamos recorrer...por ahora. Después de esto te dejaré decidir, y si ya jo quieres seguir conmigo entenderé y respetaré tu sentencia. -¿Tan grave es?--- fruncí ligeramente el ceño mientras dirigía mis palabras hacia mi marido. - No hay marcha atrás, es todo lo que te puedo decir--- tocó mi mano por encima de la mesa y cerró los ojos con fuerza. - Tienes razón, no hay que alargar esto por más tiempo. Nos hará más daño de lo que ya ha hecho,si es posible. Tomé un sorbo de mi café y sentí su paso por mi garganta ardiendo todo en su camino. - Isabel, la razón por la que me fui no es una mujer --- mi incredulidad era imensa y solté el aíre que tenía retenido en mis pulmones --- me fui para apartarme de nuestras familias, hui como un cobarde. Yo solo quería currar mi alma y estuve a punto de no volver. Me enteré de verdades que nunca imaginé. Cuando tú padre---respiró profundamente exhalando con enfado---nuestro padre--- hizo una pausa que me dio miedo---cuando nuestro padre enfermó, eh...fue entonces que supe toda la verdad. Mantenía la cabeza agachada y jugaba con el mantel. -¿Nuestro padre?--- la sangre subió a mis mejillas y me sentía a morir, ya me imaginaba lo que me iba a decir. - Sí, nuestro padre---sentenció decidido--- tu padre es mi padre también. Un grito suave salió rascando mi garganta y enseguida cubrí mi boca con mis manos. El levantó la cabeza, creo que mi movimiento lo tomó por sorpresa. Acarició mis manos pero no se detuvo. - Carlos era mi padre biológico, mas no el tuyo. Me enteré de eso cuando era demasiado tarde para pasar tiempo con el, y te juro que no sabía como decírtelo. Yo quedé muda de emoción,no podía articular palabra ni tampoco mover mi cuerpo. ¿Qué sé suponia que tenia que sentir? ¿Cómo debería de tomarme el asunto? De repente sentí mis ojos arder y mis mejillas se inundaron en lágrimas. - Me estás diciendo que el hombre al que yo veneraba y que más amé en toda mí vida ¿no era mi padre?--- no pude no levantar la voz--- El hombre al que llamé papá durante 20 años ¿no era mi padre? --- Felipe me veía sin decir nada. - ¡Habla!--- grité desquiciada. Tenía un nudo en la garganta, un nudo que me impedía a tragarme propia saliva. - Isabel, para mí también fue muy difícil creerlo, ero es verdad. Déjame contarte hasta dónde yo me sé la historia y te aseguro que lo entenderás. El porqué no nos han dicho nada, lo desconozco. Serán nuestros padres los que nos tienen que sacar de dudas, pero yo por ahora no hablo con los míos. No nos tenían que engañar así, aunque sus razones habrán tenido. No te dejaré sola claro está, pero no me corresponde a mi darte todos los detalles. Mientras Felipe dejaba claro que me apoyaría hasta el final, yo seguía llorando y suspirando por el dolor que se había apoderado de todo mi ser. - Quiero saber todo--- le dije entre suspiros--- todo lo que tu sabes. Yo no hablo con mi madre tampoco, desde la partida de mi padre ha sido muy difícil lidiar con ella. Luego tú desaparición ¿Porqué has vuelto?--- pregunté achinando los ojos. - Porque te amo y no quiero perder ni un segundo más lejos de ti--- se levantó de su sitio y sin quitarme la mirada , se arrodilló delante de mi--- te amo Isabel, te añoro con cada paso que doy y con cada pensamiento que cruza por mi cabeza. Fui un cobarde,no me tenía que haber ido. Mi deber era estar contigo y afrontar juntos esta situación---acarició mis mejillas limpiando mis lágrimas y sus toques suaves despertaron en mi sentimientos bien escondidos. Tal parece que mi alma había creado un muro de protección y para derribarlo se necesitaba mucha paciencia y amor. - Nunca hubiera imaginado que mi padre no era quien yo creía. El era mi héroe, el hombre que ha dado para verme sonreír. - Nuestros padres tenían como un juramento de silencio cariño, y delante de nosotros tenían prohibido hablar. Solamente ellos saben toda la verdad. - ¿Y quién es mi padre biológico? ¿Tu lo sabes? - No lo sé amada mía, tu madre tendrá que sincerarse contigo y darte unas explicaciones. Te las debe y te las dará, de eso me encargo yo--- besó mi frente sin pedir permiso y se levantó para ocupar la misma silla de antes. Pero esta vez la acercó más a mi. - Felipe... - Mmmm... - ¿Cómo te enteraste de que mi padre...ya sabes? Cada vez que intentaba decir aquello, las palabras se atorraban en mi garganta. Me enfrentaba a una situación bastante complicada y desde luego que tenía que tomarlo con mucha calma. No sabía si Felipe iba a acompañarme en este camino, pues como el decía, la cobardía se había apoderado de su ser y huyó sin pensar en nada ni nadie. Ahora no solamente tenía la situación de mi marido "fugitivo", también tenía una madre que me debía muchas explicaciones y desde luego que me las iba a dar.