— ¡Quiero el divorcio, Cristian! En tres años del matrimonio, la frialdad y la indiferencia de su marido la dejó desesperada, y tras descubrir su traición con su cuñada, desistió de esperar y aguantarlo. —Nunca nos veremos de nuevo, Sr. Montgomery. Libre y jurando reconstruir esos tres años perdidos, decide que la felicidad está en sus manos. Pero nunca imaginó que su exmarido sería realmente su cliente más importante. —Stella, no puedes huir de mí, sigues siendo mi esposa. — Sr. Montgomery ya nos hemos divorciado, a partir de este momento solo somos extraños. Él, le mostró un acuerdo de divorcio sin firmar. —Nadie más que tú, será la Sra. Montgomery y la madre de mis hijos.
Leer másCAPÍTULO 42Elliot llevo a Amara a recorrer toda la ciudad de Florencia. Almorzaron en el Indian Palace y luego recorrieron todas las tiendas de diseñador. Se comportaron como una pareja de recién casados, y a decir verdad Amara estaba totalmente sorprendida de que su marido tuviera un lado tan romántico.Siempre creyó que Elliot poseía un corazón frío y que, si alguna vez era amable, solo lo sería con ella. En estos momentos ni siquiera deseaba mencionar su nombre, temía que al hacerlo desapareciera la magia entre ellos, era consciente que una vez quedara embarazada todo terminaría, pero ¿Quién la culparía por querer un poco más?―¿Has comprado todo lo que necesitabas? ―pregunto Elliot mientras tomaba su mano y entrelazaba los dedos.―Supongo que si, por poco y me llevo casi todas las tiendas. ―en realidad Amara no se consideraba una mujer frívola, si bien le gustaban las cosas lujosas, no era propensa a gastar en exceso.―Bien, dejemos que Carl se encargue de las bolsas. Quiero llev
CAPÍTULO 40Cuando Amara despertó de nuevo ya estaba oscuro afuera. Ella movió su cuerpo adolorido y vio a cierto hombre cuya mano estaba descansando en uno de sus pechos, su cara estaba enterrada en su cuello y parecía dormir profundamente.Amara apartó suavemente la cabeza, pero después de solo un segundo, él volvió a pegarse a su cuerpo como un niño que ha perdido su calor. No le quedó más remedio que reír silenciosamente, su corazón se llenó de ternura.«Sería maravilloso si el tiempo pudiera detenerse y que esto que estamos viviendo sea para siempre»A pesar de que ahora era consciente de sus sentimientos por Elliot, no era tonta, ni tampoco se engañaría dándose falsas esperanzas. Sabía que había hecho esto para tener un hijo y que después de que naciera, se divorciaría de ella y volvería con Ana Paula.Pensar en esto, hacía que su corazón doliera y tenía la necesidad de escapar.Quito la mano de Elliot que estaba sobre su cuerpo y luego se sentó. Justo cuando estaba a punto de p
CAPÍTULO 39. Ya era casi de noche cuando los dos despertaron, la noche anterior Amara cuido de él hasta la madrugada y el medicamento para el dolor que Elliot había recibido lo hizo dormir más de lo normal. Amara fue quien despertó primero, movió su cuerpo y encontró una pierna fuerte y musculosa sobre las de ella. Entonces un aliento cálido y una voz ronca, se escuchó en su oído. ―¿Estás despierta? Su mente se quedó en blanco unos segundos y luego, tardíamente, recordó que después de cuidar de Elliot, se acostó a su lado y se quedó rendida. Cuando se abrazaron, no lo sabe. Su cara estaba ligeramente sonrojada y sus ojos no sabían dónde mirar, en ese momento, su estómago gruño dos veces, por lo que pregunto fingiendo estar tranquila. ―¿Tienes hambre? Elliot se levantó sobre su codo y la miro con una sonrisa en los labios. ―De hecho, sí, tengo hambre, mucha hambre. ―respondió con un final prolongado y ambiguo, que, para Amara, tenía un significado claro, sin embargo, decidió h
CAPÍTULO 38 A Elliot le gustaban los caballos desde pequeño, de hecho, el caballo que montaba en estos momentos fue un regalo de su padre en su cumpleaños número treinta. Aunque no le dio las gracias, igual lo acepto y lo trajo aquí donde sabía podía vivir en libertad. Le gustaba montar cuando se sentía perdido, era una manera de liberar la presión y en hoy sintió que lo necesitaba. Estaba dando la última vuelta cuando vio a Amara recostada en las vallas. Aminoro el paso y se dirigió a ella. Amara en cuanto lo vio que se acercaba ajusto su expresión y lo miro con indiferencia. ―¿Desayunaste? ―Sí, debo darte las gracias por pedirle que prepare el desayuno a mi gusto. Elliot le sonrió, bajo del caballo y sostuvo las riendas. ―Supuse que no te gustaría la comida local, a pesar de que tu padre tiene descendencia italiana, no estás muy familiarizadas con las costumbres de este país. ―¿Te estás burlando? ―dijo a la defensiva. ―No por Dios. Solo estoy resaltando un hecho, no estés
CAPÍTULO 37Elliot se había quedado dormido en el sofá, en la mesa frente a él se encontraban dos botellas de vino vacías, bebió hasta perder el conocimiento. Cuando el sol entro por las ventanas y golpeo su cara, se despertó.Su cabeza parecía que iba a estallar, se puso de pie tambaleándose y fue a la cocina por un poco de agua, cuando entro Cecilia ya estaba allí.―Buongiorno señore. (buenos días, señor)―Buongiorno, Cecilia.Era una mujer de mediana edad, que no hablaba bien el español. Afortunadamente, Elliot dominaba cinco idiomas y podía comunicarse con facilidad.Miro hacia la mesa de la cocina y no vio a Amara, así que supuso que aún no se había despertado, o quizás ya lo hizo y no quería bajar. Le ordeno que prepara su desayuno preferido y subió las escaleras.Cuando entro en la única habitación abierta, vio a la persona acurrucada en la cama, ni siquiera se había arropado, puede que en el día sea cálido, pero por las noches suele haber un poco de frío. Ella se veía frágil y
CAPÍTULO 36Cuanto más miraba Amara, más obsesionada estaba y más hundido e irredimible se volvía su corazón.«¡Maldita sea, debes estar loca, Amara! ¡Loca! ¿Qué significa esto que sientes? ¡¿Te has enamorado del diablo acaso?!»―No me mires de esa manera, de lo contrario pensaré que me estás seduciendo.Esta frase la saco de su ensoñación y ella retiró la mirada avergonzada. Elliot que se había dado cuenta, sentía felicidad en su interior, bajo la cabeza para encontrar sus ojos azules y sonrió.―No te preocupes, cuando lleguemos a la casa, solo estaremos solos los dos y podemos hacer lo que queramos, si quieres tener un campo de batalla ―sin que ella lo viera venir le dio un beso rápido y luego dijo ―Te acompañaré hasta el final.Sonrojada y sin saber que decir, opto por pellizcarlo con fuerza.―¡Nunca había conocido a un hombre tan desvergonzado! ¡Y no te estaba seduciendo!Elliot solo sonrió continúo caminando, cuando llegaron había un auto esperándolos, el conductor lo saludo resp
CAPÍTULO 35 Después de que se fuera, Amara se dejó caer en la cama y se cubrió el rostro. Se metió al baño y se duchó, estaba a punto de cambiarse por algo más cómodo, cuando llamaron a la puerta. Sabía que no se trataba de Elliot, puesto que él no tendría la decencia de llamar. Cuando abrió se consiguió con una de las chicas de servicio. ―¡Señora! ―¿Qué pasa, Matilde? ―El señor quieres saber si ya está lista, la está esperando. Ella frunció el ceño, no entiendo a que se refería. ―¿Qué quieres decir? ¿Esperándome para qué? Luego recordó lo que había dicho, le ordeno que empacara. Había ignorado sus palabras por completo. ―Señora, por favor. Si quiere la ayudo, el señor se ve muy molesto. ―No. No voy a empacar nada, ve y dile que se vaya al infierno. La joven tenía la cara pálida, en su mente se repetía la orden que le había dado su señor. «Ve y mira si ya está lista. Y si no lo está, pues encárgate de que lo esté, de ello depende que sigas trabajando» ―Señora… ―la chica di
CAPÍTULO 34 Después de que entrara a la casa, Amara subió las escaleras de dos en dos, tenía intenciones de cerrar la puerta, pero cuando estaba a punto de hacerlo, un pie se interpuso evitando que la cerrara. Alzo la cabeza y se encontró con los ojos fulminantes de Elliot. ―¡Vete! ―¡Soy el dueño de esta casa y a mí no se me cierran las puertas! ―exclamo con anormal tranquilidad ―Fuiste demasiado lejos esta vez, Amara. ―Perdona, pero… Elliot aprovecho la pequeña distracción para forzar la puerta y entrar. Amara dio un paso atrás, asustada y lo miro con ojos suplicantes, el corazón le latía de forma errante y durante un instante no supo si se debía a la conducta de Elliot o a su intenso magnetismo. ―Pero… ¿Qué te has creído? No tienes ningún derecho a irrumpir en mi habitación, de este modo ―casi le grito. ―¿No tengo derecho? ―Elliot dio pasos hacia ella con lentitud ―Esta es mi casa. Mi alcoba. Mi puerta. Si quiero, entro ―dicho esto, extendió su mano para tomar un mechón de su