Capítulo 0002

CAPÍTULO 2.

Tres años atrás, el padre de Stella, Theodore Sullivan, fracasó y la familia debía mucho dinero. Cuando los acreedores comenzaron a ajustar cuentas, fue en ese momento cuando la familia Sullivan pensó en la familia Montgomery.

Bartolomé Montgomery y Emerson Knox fueron buenos amigos, habiendo servido juntos a las fuerzas armadas de Estados Unidos, forjaron una amistad que perduró a través de los años, cuando cada uno formó su propia familia, acordaron que sus nietos se casaran entre sí. Fue ese contrato de matrimonio el que obligó a Stella a casarse con Cristian, a cambio de un gran regalo.

La familia Montgomery era una de las más importantes de Seattle y Cristian era su recién nombrado heredero. Es rico, guapo, pero sin ningún interés en el amor, lo único que parecía interesarle era el fervoroso deseo de dirigir las empresas de su familia.

En ese momento, Stella ya tenía a alguien en su corazón y al principio se opuso y luchó en contra de ese matrimonio, pero su padre logró doblegarla, al amenazarla con dejar de pagar la clínica donde estaba recluida su madre, por lo que no tuvo más remedio que aceptar.

Las familias Sullivan y Montgomery organizaron una cita antes de celebrar la boda.

Sin embargo, Stella se negó nuevamente, pero fue llevada casi a la fuerza por su padre a la mansión Montgomery.

Aquel día el sol brillaba con intensidad, Cristian entró como si fuera un rey, y sus ojos reflejaban desdén e impaciencia. Todos se dieron cuenta de que no estaba allí por derecho propio.

En el momento en que Stella lo vio entrar, su corazón se detuvo, nunca imaginó que el esposo arreglado por su familia era en realidad la persona de la que había estado enamorada en secreto durante muchos años.

Cuando apenas era una adolescente, Cristian la salvo de ser asaltada por unos hombres, la trato con tanto cuidado y se preocupo por ella incluso despues de pasar el peligro. En ese momento, el fue su principe azul, su caballero de brillante armadura y ella le entrego su corazon sin el saberlo. Durante años su recuerdo plago sus sueños y al pasar de los años su amor por el se mantuvo intacto. No sabia si algun dia lo volveria a ver, pero estaba segura de que no podia amar a nadie mas. Cuando su padre le dijo que se casaria con el hijo de los Montgomery, creyo que la posibilidad de algun dia volver a verlo se acabaria, quien diaria que el destino le prepararia una sorpresa.

El amor de su infancia ahora se habia convertido en un hombre, varonil y fuerte. Sin embargo, ella reconoceria su rostro entre miles. Y ahora se convertiria en su marido, ¿Dios estaba de su lado?

Su corazón latía descontrolado, incluso las palmas de sus manos sudaban, y su voz se volvió cautelosa para ocultar su alegría.

―Hola… mi nombre es Stella, y soy tu futura esposa.

Él le respondió con una mueca, y se sentó en el sofá con una mirada indiferente.

―Stella, ¿Verdad? Si no fuera porque mi abuelo está muy enfermo y quiere conocer a un bisnieto antes de morir, no aceptaría este matrimonio absurdo. Me casaré contigo. Y la familia Montgomery saldará las deudas de tu familia. ―La miró con desprecio. ―Pero no te hagas ilusiones, no me voy a enamorar de ti, en este matrimonio, tú eres tú y yo soy yo. No sentiré por ti otra cosa que desprecio.

Volvió a su posición inicial y miró su reloj como si tuviera que irse.

―Tu misión es proporcionar un heredero a la familia, ¿entiendes?

Stella pudo ver en sus ojos la frialdad y supo en ese momento que no le gustaba.

Pero ahora lo sabe, él es el hombre que ha amado desde que tenía 17 años. Y esta es la única manera de acercarse a él.

Estaba llena de esperanzas y se casó.

Ella pensó que mientras se esforzará, él vería sus sentimientos tarde o temprano.

Sin embargo, poco después de su matrimonio lo comprendió todo.

Durante tres años, ella dio todo de sí, se convirtió en una esposa modelo, le preparaba el desayuno, acomodaba su ropa, incluso dejó de lado sus propios deseos por priorizar los de él. Pero todo lo que obtuvo fue un trato frío de parte de él.

En tres años nunca recordó su cumpleaños, no apareció incluso si había alguna celebración familiar. Siempre que lo necesitaba, le dejaba en claro que estaba ocupado, incluso la empresa tenía más importancia que ella.

Sin embargo, Cristian siempre se encargaría personalmente de cada pequeña cosa sobre Kendra.

Kendra Ferreti.

Cuando se casó, al poco tiempo descubrió que ella era la cuñada de su marido. Él y su hermano Rhys, crecieron junto a ella. Pero cuando se hicieron lo suficientemente mayor, ambos se enamoraron de la misma mujer, pero Kendra eligió al hermano mayor, Rhys Montgomery. Quien más tarde sufrió un accidente que lo dejó en estado vegetal. Después del accidente, los dos se establecieron en Londres.

Un año después, Rhys falleció y Cristian viajó al extranjero para traer el cuerpo de su hermano de regreso, y también a Kendra. La instaló en un departamento propiedad de la familia y prometió cuidar de ella en nombre de su hermano.

Cristian iría a Kendra sin dudarlo en cualquier momento en que ella lo necesitara.

Siempre estaban juntos, como si fueran una pareja real y Stella no fuera su verdadera esposa. En cambio, ella era como una extraña que no tenía nada que ver con él.

Se consoló a sí misma diciéndose que Kendra era solo la cuñada de su marido y que no tenían nada que ver el uno con el otro. Que él no sería capaz de traicionarla.

Hasta que un día recibió una fotografía de los dos. Esta fotografía fue enviada por Kendra, en la que se veía a Cristian cocinando para ella, con una sonrisa en sus labios. Durante tres años de casados, él nunca ha tenido siquiera un gesto amable hacia ella.

No fuera de la cama.

Decidida a descubrir la verdad, Stella tomó su bolso y salió dispuesta a enfrentarlos.

Stella llamó a la puerta con la última esperanza.

Cuando la puerta se abrió, Cristian se paró frente a ella con ojos llenos de frialdad.

―Stella, ¿Qué estás haciendo aquí?

Su tono estaba lleno de disgusto e interrogación, como si su llegada hubiera arruinado su hermosa vida. Detrás de él, estaba Kendra, quien solo llevaba una toalla alrededor de su cuerpo, con el cabello mojado y la miraba con clara suficiencia.

Stella miró la escena frente a ella y su corazón no pudo evitar romperse en pedazos.

«¿Es normal que una cuñada se aparezca así frente al hermano de su difunto esposo?»

Aun teniendo la respuesta frente a sus ojos quería pensar en otra posibilidad. Pero su razonamiento martilleaba con fuerza y la hacía ver lo inevitable.

«Cristian estaba engañándome con Kendra, y quizás llevaba haciéndolo durante mucho tiempo»

Qué tonta había sido, esforzándose por ser una buena esposa en casa, queriendo obtener algo de atención de su marido. Sin embargo, la verdad era que no puedes seguir amando a alguien que no valora el amor que le das. Cristian estaba enamorado de otra persona.

Stella tenía los ojos rojos, supuso que estaría muy enfadada, pero contrario a lo que se esperaba, se mantuvo tranquila.

Probablemente, porque había acumulado suficiente desilusión y ya no había más esperanza, se dio la vuelta y se fue. Regresó a la que durante tres años había sido su casa.

Cristian la vio alejarse, luego frunció las cejas confundido.

«¿Para qué había ido a buscarlo? ¿Y por qué se fue con tanta tranquilidad? ¿Es posible que creyera que entre Kendra y él hay algo más?»

La necesidad de perseguirla brotó en su interior, y justo cuando estaba a punto de actuar, Kendra lo detuvo.

―Espera. ―lo agarró del brazo ―Si vas a ahora no te escuchará, déjala que se calme.

Cristian se volteó para mirarla y le preguntó con curiosidad.

―¿Cómo supo que estaba aquí?

―No lo sé, supongo que investigo mi dirección. ―ella le dio una mirada angelical ―pero puedo hablar con ella, no me perdonaría que su relación se viera afectada por mi culpa.

Kendra se dio la vuelta y junto sus manos para cubrir su cara. Soy una molestia, ella es tu esposa y tú… tú siempre estás pendiente de mí. ¡Extraño tanto a Rhys!

Se tensó ante la mención de su hermano, esa era una herida que no podía sanar, además de no pudo soportar verla de esa manera, aun si en el pasado tuvo sentimientos por ella, dejó de tenerlos en cuanto se convirtió en la esposa de Rhys. Él sabía más que nadie lo mucho que Rhys la había amado y estaba seguro de que si hubiera estado a su lado antes de morir, le habría pedido que cuidara de ella.

―No eres una molestia Kendra ―se acercó a ella y la tomó de las manos ―Eres parte de la familia, por lo tanto, es mi deber cuidar de ti. Rhys lo hubiera querido así.

Kendra fingió una sonrisa, pero en su interior creció la insatisfacción. No quería que Cristian lo hiciera como un deber, quería que él volviera a amarla.

Cuando Rhys falleció, estaba devastado por perder a su hermano. Ellos se apoyaban el uno al otro, incluso cuando ambos se enamoraron de Kendra, decidieron competir de manera justa. Por eso, cuando Rhys y Kendra se casaron, aceptó su pérdida con madurez y sus sentimientos hacia su cuñada se mantuvieron ocultos, con el pasar del tiempo entendió que él y ella no habrían sido felices.

Su único objetivo era llevar a la cima las sucursales de Montgomery & Co, que su abuelo le había confiado. Y Rhys, como primogénito, asumiría el control de todas las empresas y él pasaría a ser su mano derecha.

Todo eso cambió con su muerte. Se convirtió en el heredero y sobre sus hombros recaía la responsabilidad de continuar el apellido.

―De todas formas, trataré de hablar con ella, no quiero que tenga ideas equivocadas sobre nosotros.

Cristian no pronunció una sola palabra y le dio un beso en la frente. Luego tomó su chaqueta y caminó hacia la puerta.

―Debo irme, hay algunos asuntos en la empresa que debo resolver.

Kendra sonrió y asintió en silencio.

Aquel día, Cristian no visitó a su esposa, sino que permaneció en su apartamento de soltero en la ciudad.

Había seguido el consejo de su cuñada y le daría unos días a Stella para que se tranquilizase. No imaginó que su esposa ya había decidido divorciarse.
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