Liuggi Lombardi, es un hombre con un gran sentido del humor y responsabilidad, sincero, no se cohíbe en expresar sus pensamientos, muchas veces rayando la crueldad, vive su vida día a día, rehuyéndole al amor, porque siente no hay cabida para ello en su vida. Su mayor pasión es atender su empresa de seguridad, una de las más exitosas de Europa, hasta producirse ciertos sucesos que hacen fallar los dispositivos de los sistemas de seguridad instalados, poniendo en riesgo la credibilidad y solvencia de su empresa. Por ello su fiel amiga y amante Lisbani Angelica Antonelli, exitosa abogada, cuya debilidad resulta ser el propio Liuggi, se propone a ayudarlo para evitar una consecuencia catastrófica. Dentro de éste contexto Liuggi conoce a Mariana Arciniega, exitosa periodista investigativa, plantilla de uno de los periódicos más exitosos de Europa, y cuya misión es investigar hechos de corrupción en la esfera política y empresarial, quien para lograr su objetivo no le importará quien caiga, surgiendo entre ellos una gran pasión y una relación que las confusiones logran acabar. Liuggi se ve envuelto en un triángulo amoroso, entre estas dos mujeres, aunque aparentemente su corazón y sus deseos se inclinan por Mariana, tras la marcha de Lisbani, se dará cuenta de que las cosas no son como parecen. ¿Por quien de estas dos mujeres se decantara? ¿Logrará ser feliz con alguna de las dos? ¿Ó tal vez quede sin ninguna? Prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra. Está registrada en SafeCreative bajo el Nro. 1906251274827.
Leer másEva entró en el dormitorio con el corazón agitado.
Su esposo había vuelto antes de lo estimado de su última misión y las cosas no andaban muy bien entre ellos últimamente.- General – intentó llamar su atención desde la puerta del dormitorio.Pero Salvador miraba del otro lado del ventanal ante ellos.Salvo por la semana en que se casaron, no lo veía con su uniforme o parte de él.Ahora, parado de espaldas a ella, con las botas puestas, el pantalón de su uniforme y una camiseta negra que se pegaba a sus anchos hombros, se veía imponente.E incluso, inalcanzable. Como si siempre estuviera por encima de todos, y ella nunca estuviera a su altura.Aun así, Eva sintió mariposas en su estómago.Aunque no compartían mucho tiempo juntos y hablaban aún menos, en la cama él le había mostrado un mundo que para ella era tan fascinante como desconocido, y al menos en esos instantes, se permitía sentir que había más que solo papeles entre ellos.- General – insistió.Salvador volteó, pero la expresión del hombre la congeló.- ¿Sucede algo, General?- La misión fracasó – le respondióElla tardó en comprender el significado de lo que él le decía. Salvador Domoniccie era un militar de alto rango a quien se le asignaban misiones de suma importancia.- ¿Estás bien? – Eva se preocupóSalvador soltó el humo del cigarro que sostenía, directo en dirección a ella.Eva comenzó a toser, no tenía resistencia al tabaco.- Fuimos emboscados – agregó SalvadorElla quería acercarse a él, pero había una barrera entre ellos que aún no lograba saltar: ese matrimonio solo era protocolar.La intimidad entre ellos también, al menos para él.La familia de Eva necesitaba el respaldo de la familia Domoniccie para sostenerse en la política, y la familia de Salvador, quería un heredero para asegurar su descendencia.Ella quería preguntarle más, pero Salvador nunca aceptaba de buena gana sus intentos por acercarse.- Lo siento – Eva susurró- ¿Lo sientes? – repitió con ironía- Sé que debe ser difícil para ti, yo… yo… - tartamudeó – Yo no sé qué más decir – admitióSalvador se acercó al juego de sillones delante de ella, colocando una pila de papeles sobre la mesita de café- Explícame esto – le exigióConfundida, Eva leyó hoja por hoja. “Eva Larrahona” Su nombre figuraba en cada página- ¿Qué es esto? – le preguntó- Alguien expuso la ubicación de mi campamentoExponer su ubicación era igual a intentar asesinarlo, había demasiadas personas detrás de él que conspiraban para sacarlo del ejército desde que había sido ascendidoMolesto por su expresión perpleja, Salvador se apresuró hacia ella, haciéndola retroceder.Eva chocó contra la pared, pálida y con las manos temblorosas - Pero yo no fui – Eva afirmóPero Salvador la tomó por el cuello y ella sintió que un camión la atropellaba.Solía ser muy crítico con ella, pero jamás pasaba de llamarle la atención y reprenderla verbalmente cuando cometía algún error en alguna cena.Este Salvador, que se lanzaba contra ella de manera amenazadora, era completamente desconocido para ella.- En el informe que sostienes figuran todas las personas que sabían de mi ubicación – le dijo apretando los dientes- Yo no sabía – insistió Eva- ¡Mientes! – gritó contra su caraÉl no era un hombre paciente, perdió la compostura de inmediato- Salvador – sin darse cuenta, ella había pronunciado su nombre – ¡Lo juro! ¡Yo no…!- ¡General! – la interrumpió para corregirla- General – Eva intentó apartar la mano de Salvador - yo no… sabía… dónde… dónde estarías – el agarre de Salvador se hizo más fuerte y Eva tuvo problemas para respirar- Mi secretaria te pasa cada una de mis ubicaciones en tiempo real- Julieta… jamás me… dice dónde… estás – la frente de Eva se arrugó, poblándose de sudor- ¿Me estás diciendo que Julieta ignoraría mi orden? – rio, soltándola.Eva cayó al suelo, tratando de recuperar el alientoNadie desafiaría una orden de Salvador.Eva estaba sorprendida, perpleja ¿Él le había ordenado a Julieta que la mantuviera al tanto de dónde se encontraba?- General… Julieta jamás me dijo ninguna de sus ubicaciones – repitió con la voz ronca- Hay quince páginas con registros telefónicos de todos en el campamento, Julieta te llamó cada vez que nos movimos – la levantó del suelo, tomándola por el brazo para empujarla sobre el sillónEra como si Eva no fuera más que un muñeco en sus manos. En las manos de un hombre que había perdido el control- He hablado con ella, pero nunca me dijo algo así – Eva no podía hacer más que sostener la verdadSalvador tiró un sobre delante de ella, que golpeo contra la mesita con un fuerte sonido, haciéndola estremecer- Y luego de hablar con ella siempre hablas con MauricioEra cierto que Eva hablaba con el primo de Salvador, pero porque era médico mundialmente famoso, con muchos contactos y luego de más de un año de matrimonio, ella aún no quedaba embarazada.Y luego de cada llamada con Julieta, ella se sentía más y más cuestionada.La secretaria de Salvador siempre era irrespetuosa y dura con ella, como si más que su secretaria fuera su madre o algo así, y eso la llenaba de miedos e inseguridades.- Mauricio me recomendó una obstetra y me ayuda con mi tratamiento de fertilidad – le confesó - ¿Y también se ven a escondidas por eso? – Salvador señaló las fotos entre las páginas - ¿También necesitas su ayuda en la cama para quedar embarazada?- Sí, nos hemos visto, pero no fue a escondidas, tu abuelo… – comenzó a explicar- ¡Basta! – la interrumpió de nuevo, levantando una mano en su dirección Eva enmudeció- Debí saber que eras igual a tu madre – soltó, mirándola con ascoEl corazón de Eva dio un vuelco. Ella era producto de una infidelidad de su madre y cargó con esa cruz toda su existencia.Ahora, su esposo también insinuaba que ella era infiel, solo por un par de fotos sacadas de contexto y su registro de llamadas.¿Podía culparlo por juzgarla mal, con esos antecedentes?- ¿Qué más podía esperar de una mocosa como tú? – Salvador se burló de sí mismo, en voz alta- Salvador, yo no… - insistió, al borde de las lágrimas- Eva Larrahona, por lo visto, olvidaste quien soy y cómo se manejan las cosas en esta casaDesde el primer momento supo que este hombre no era una persona sencilla.Si ella lo había engañado con otro hombre, seguiría un divorcio, pero si además sostenían que ella lo había traicionado, incluso su vida estaba en riesgo en aquella casa.- ¿De dónde sacaste todo esto? – preguntó Eva con un gusto amargo.De lo poco que entendía de aquel hombre, sabía que él solo confiaba en un grupo muy reducido de personas.Pero cualquiera de ellos, la conocía lo suficiente como para saber que Eva temía y respetaba a su esposo.Nadie podría insinuar que ella le fuera infiel ni mucho menos, traicionarlo, exponiendo su ubicación y colocando su vida en peligroEs que, de todos modos, ¿A quién le vendería esa información? Eva no salía de esa casa ni hablaba con alguien más, además de Julieta, Mauricio, su ginecóloga y Sara, su acompañante.- Mi secretaria ¿Quién más? – soltó Salvador como si fuera algo obvioCon la sangre huyendo de sus venas, Eva comprendió que nada de lo que dijera podría convencerlo de su inocencia en ese momento.- Y la única verdad para ti es la que ella te dice – reflexionó Eva en voz altaSalvador la miró un largo minuto- ¡Llévenla de aquí! – gritó Salvador y dos hombres uniformados entraron a la habitaciónEva se levantó de golpe- ¿Qué harás conmigo? – le preguntó, con el labio inferior temblando ligeramente- Lo que hago con todo aquel que me traiciona- ¿Me matarás? – preguntó con un hilo de vozEl rostro de Salvador se oscureció, arrebatándola de los brazos de los hombres- ¿Crees que te liberarás de mí? – escupió, pellizcando su barbillaEl dolor la hizo llorar.- Te encerraré a dónde Mauricio jamás te pueda encontrar – Con toda su imponencia sobre ella, Salvador la condenó.Eva apretó los labios con fuerza e intentó zafarse de su agarre.- ¿Crees que te liberarás tan rápido de todo lo que me hiciste? ¡Seis hombres murieron por tu culpa cuando fuimos emboscados! – La empujó contra la puerta - Te juro Eva Larrahona que, mientras yo viva, jamás podrás poner un pie fuera de mis manos ¿Quieres correr a los brazos de Mauricio? ¡Ni lo sueñes! ¡No te dejaré ir hasta vengar a mis compañeros!- Realmente espero – susurró Eva, cuando él la soltó – que llegues al fondo de todo estoCon el estómago revuelto y ganas de vomitar, Eva se aferró a la única esperanza que latía dentro de ella: que él descubriera la verdad y comprobara que ella no tenía nada que ver con todo eso.Pero mientras tanto, como si la insistencia de Eva en su inocencia hubiera sobrepasado todos los límites de Salvador, él se giró una última vez hacia ella, con la mano levantada.El ruido de la bofetada resonó en el cuarto, sorprendiendo a todos.Pero nadie dijo nada mientras los hombres uniformados llevaron a Eva hasta una camioneta negra y se perdieron en medio de la noche.Ambos seguían bailando sin parar, se veían hermosos, daba gusto verlos sonreír tan compenetrados.—Te amo mi ángel, jamás imaginé que esa jovencita, quien llegó a trabajar en mi empresa terminaría siendo la mujer de mi vida. Qué lástima no darme cuenta antes, tendríamos como diez años de casados.—Amor todo ocurre en el justo momento, ahora ambos hemos madurado, y estamos preparados para vivir juntos, amarnos, tener nuestros hijos. Bueno ya tenemos a Lía —expresó Lis con dulzura.—Hablando de hijos. Me gustan las familias grandes, por eso de haber sido hijo único. Debemos tener seis hijos mínimos ¿Verdad? —preguntó esperanzado —. Tres niñas y tres niños.—Pues no Lombardi. Vamos a tener un tercio de eso, una ni&ntil
La mujer los observaba de forma desafiante, apuntó con el arma a Liuggi, mientras le decía a Lisbani.—¡O te apartas de él o le vuelo los sesos! —exclamó con enfado, mientras su rostro estaba desfigurado productos de los golpes propinados por Sophía, al cual se le sumaba su semblante de absoluta maldad.—¡No le dispares! —exclamó Lisbani asustada—. Iré contigo, por favor no vayas a causarle daño a mi esposo —habló la mujer alejándose de Liuggi y haciéndole caso a las indicaciones de Mariana.—¡No Lisbani! No vas a ir con ella —pronunció Liuggi, levantándose del asiento, un par de hombres, intentaron sostenerlo, mas enfurecido comenzó a golpearlos, sin dejarse someter, hasta escuchar la voz desafiante de Mariana.—O dejas de oponerte
Cuatro mesesdespués. Liuggi estaba en Villa Verona, los recuerdos de su vida pasaban cuál película por su mente, desde el primer día cuando se dio cuenta de la existencia de Lisbani, era casi una niña, una morena hermosa, con esos ojos como la noche, tan brillantes como un cielo estrellado en la oscuridad. Había sido una chica alta, esbelta con una sonrisa auténtica que brindaba sosiego a quien la observaba. A él le gustó desde el primer momento cuando la vio. Ella de forma inocente, empezó a coquetearle a buscarlo, y aunque se sentía atraído intentó huirle, ¡Por Dios! Pasó tres años, evitándola, hasta ese día cuando entró a su oficina y con una actitud decidida, pero inocente se le acercó de formar desafiante declarándole sus sentimientos. —¡Tú me gustas! Te he estado esperando durante tres años, aguardando a tu decisión, mas como al parecer eres lento y tampoco tienes inici
Entretanto Mariana recibió una llamada y sonrió feliz, no iba a irse sin antes ejecutar lo planificado, no pensaba desistir de sus planes, por causa de la estupidez de Sophía, pensó. Vio a Liuggi, conversando con Victoria y Mauro, y se emocionó, allí estaba su oportunidad. Caminó hasta ellos interrumpiéndolos.—Disculpen. Liuggi, ¿Quieres saber de los Antonelli Bianchi? Yo estoy dispuesta a decirte todo cuanto sé. Manejo información importante para tu esposa —manifestó esperando convencerlo con esas palabras, porque ya le habían informado de la pronta llegada de la mujer.Liuggi dudó, aunque deseaba llegar al fondo de lo sucedido con la familia de Lisbani, también era cierto el profundo desagrado que le producía estar cerca de Mariana, además, conociéndola, seguro se trataba de una nueva trampa.
Liuggi, no quería empañar la felicidad de su mejor amigo y de su hermana, por eso intentaba bromear con Nick, aunque tenía la esperanza de que apenas terminar el bautizo, pudiera ir por su esposa. —¿Me vas a dar otro sobrino? —No podíamos tener mejor noticia después de nuestra reconciliación. Sí, tendrás una sobrina, creo es hora de tener una hermosa niña con los ojos de mi esposa —habló Nick emocionado. —Ah entiendo ¿Quieres tener una niña con el hermoso color de mis ojos? —inquirió con un atisbo de burla. —Muy gracioso Lombardi, ¿Vas a contarme? ¿Por qué no trajiste a Lisbani? —preguntó notando que Liuggi a pesar de estar bromeando, tenía un deje de tristeza en el rostro. —Hermano, como te dije hace rato, no voy a mortificarte con mis problemas, el día del bautizo de mi sobrino, además espero mañana resolver todo con mi mujer —manifestó Liuggi.
Al cortar la llamada, sin siquiera dejarla responder a sus palabras, sintió en su interior un cúmulo de sensaciones disputándose cuál terminaría controlándolo, tristeza, decepción, enojo. Después de terminar la llamada, decidió irse a pasar unos días en Palermo con su mamma Luisa, su tía y sus primos. Necesitaba distraerse para no seguir pensando en ella, sin embargo, sus pensamientos no dejaron de invocarla ni un solo día, solo pensaba en Lisbani y en lo que le dijo, había perdido la confianza en él. Por una parte se cuestionaba, porque su estupidez provocó ese desenlace, debió hacerle caso a los consejos de Nick, llamar a su esposa y contarle enseguida lo sucedido, no obstante, dejó pasar el tiempo, no fue cobardía, sino por protegerla, temía alterarla, provocarle un enojo que podría afectarle la salud. Además, creyó tener todo controlado, mas no fue así, la situación terminó complicándose. Ahora decía no tenerle
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