Capítulo 18La claridad del sol entraba por las grandes ventanas del comedor, bañando la mesa perfectamente puesta con frutas frescas, panes, mermeladas y vajilla fina. Aurora, como de costumbre, dirigía el ambiente, dando los buenos días a los empleados y asegurándose de que todo estuviera en orden.Alexander estaba sentado a la mesa, con una tableta en las manos y una taza de café frente a él, el rostro impasible, concentrado o fingiendo estarlo. Ninguna expresión dejaba traslucir el caos que había vivido el día anterior. El hombre de acero había vuelto… al menos por fuera.Isadora entró en la habitación con vacilación. Llevaba un vestido de tela ligera, el cabello suelto, pero su mirada parecía cansada, distante. Cuando sus ojos se cruzaron con los de Alexander, sintió que el estómago se le apretaba. Él alzó la mirada lentamente… y por un segundo, ella pensó que vería arrepentimiento, deseo o ira.Pero vio… nada. Serenidad fría. ¿O era teatro?No podía decirlo.Se sentó con un leve
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