Narrado por Dr. Nick BrownBoston era una pérdida de tiempo. Mi mente estaba anclada en Nueva York, atrapada en el silencio de mi propio apartamento. La reunión del Consorcio era vital para mi imagen, pero mi atención se dividía entre el informe financiero y el desorden intencional que Emma estaba creando al no responder a mis llamadas.La rabia no era por la preocupación, sino por el fallo de seguridad. Tres llamadas a su celular, todas desviadas al buzón. Ella estaba jugando. Estaba usando la ausencia de mi control para afirmar su patética autonomía. Sentí la necesidad visceral de tomar el vuelo de regreso, no por miedo a un daño físico, sino para reafirmar la jerarquía."El desorden no es una opción, Miller," murmuré, cerrando mi laptop con más fuerza de la necesaria.A las 3:15 AM, mi teléfono de línea segura, el que uso para emergencias críticas del hospital, vibró. Era el Dr. Evans."Eva
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