Christian me volvió a echar para atrás, como si fuera un muro de hormigón viviente.Seok me miró, sin entender muy bien.— ¿Está bien? — preguntó, frunciendo el ceño.Suspiré y forcé una sonrisa.— ¿Podemos hablar dentro? Juro que vivo en Nueva York, pero no estoy acostumbrada a este frío. — mentí descaradamente.Solo quería terminar con aquel ambiente.— Está bien, pasad. — dijo Seok, yendo por delante.Antes de que pudiera dar un paso, sentí la mano de Christian en mi brazo, tirándome de nuevo hacia atrás.— ¿Y ahora qué? — pregunté en voz baja, intentando mantener la calma.Él se inclinó hacia mí, con la mirada ardiendo.— ¿Por qué siempre hay un hombre cerca de ti, Ariel? Y siempre te miran de esa manera.Puse los ojos en blanco, cruzando los brazos.— ¿"De esa manera"? ¿Qué manera, Christian? Es solo un amigo.— Amigo. — repitió con ironía, resoplando. — Siempre es "solo un amigo".Soltó mi brazo y pasé a su lado.— ¿Sabes lo que es gracioso? Últimamente, el único hombre que se a
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