No tengo ganas de ser un caballero esta noche. —No. —Me pego a su espalda, presionándola contra la pared—. Como ya dije, la que necesita aprender modales eres tú, no yo, y ni siquiera dijiste «por favor».—¡Vete al infierno!— Resoplando, intenta retroceder, pero la sujeto firmemente con mi ancho cuerpo.—Ya estoy aquí, cariño.— Porque sé lo dulce que sabe su coño, y trabajar con ella todos los días es como vivir en la guarida de Satanás, un antro de iniquidad, sin poder jugar si nunca vuelvo a probarlo.Cuando se gira para mirarme, levanto los dedos que acababan de estar dentro de ella y froto las yemas contra su labio inferior. «Prueba», le ordeno.La forma en que saca la lengua y me lame los dedos me trae recuerdos de cómo me chupó la polla hace tres semanas, como si yo fuera lo mejor que jamás hubiera probado, y toda la sangre se acumula en la punta de mi pene, haciendo que golpee con más fuerza.—Buena chica.— Es la segunda cosa que hace sin protestar.Y la forma en que se le dila
Leer más