Por primera vez en la historia registrada, los lobos debían emprender un viaje marítimo masivo. El Desierto del Sur, donde el Devorador estaba sellado, solo era accesible cruzando el Mar Amargo—un cuerpo de agua tan vasto que tomaría semanas bordearlo por tierra, tiempo que no tenían.—Necesitamos construir barcos —Dante anunció durante la reunión de planificación. —Suficientes para transportar cien guerreros, provisiones y equipo.—Los lobos no navegamos —Tomás señaló con preocupación. —Es antinatural para criaturas terrestres. El agua nos debilita, nos hace vulnerables.—Entonces aprenderemos —Aria dijo pragmáticamente. —No tenemos otra opción.La construcción comenzó inmediatamente. Elena, cuya Manada del Río tenía más experiencia con agua que otras, envió ingenieros para ayudar con diseños. Construyeron cinco barcos grandes, cada uno capaz de transportar veinte lobos y adicional a ello más suministros.Los días siguientes fueron caóticos. Muchos lobos nunca habían visto el océano,
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