Nicolás hizo una dolorosa pausa, intentando no recordar los detalles de esas horas. Sarah tenía enormes ganas de abrazarlo y consolarlo, pero la tenía afirmada con demasiada fuerza.―Después de lo que a ese niño le pareció una eternidad ―continuó Nicolás―, completamente consternado y conmocionado, el hombre saca a la madre del sótano, dejando al niño solo, en completa oscuridad, en un lugar que, por esencia, es terrorífico para cualquier niño. Después de llorar por horas, se duerme, cuando despierta, está en un cuarto de hospital ―hizo una pausa, sosteniendo a Sarah muy cerca de su cara, el dolor reflejado en los ojos de Nicolás, le dolía más que el tirón de pelo―. Yo no supe cómo llegué ahí, en qué momento y cómo me llevaron sin darme cuenta de nada. ―Nicolás…―Deja de repetir
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