—Mañana, a más tardar, tendríamos que operar —el Doctor Valencia explicaba a Lidia y David la evolución, los riesgos y las posibilidades que tenía Sebastián y, precisamente, una de ellas era la operación que, si se hacía pronto, las probabilidades que quedara bien, eran casi seguras.—Haga lo que tenga que hacer, doctor, pero salve a mi hijo, por favor, no deje que…La mujer lloró con desesperación, no se sentía capaz de perder a uno de sus hijos, después de perder a su esposo.—No se preocupe, Lidia, haremos lo que esté en nuestra mano para ayudarlo.—Gracias, doctor —contestó David, al ver que su mamá no podía hablar.—Vamos a hacer una junta médica esta tarde, vendrán doctores de las Clínicas Alemana y Tabancura, neurocirujanos reconocidos para que nos ayuden con est

—Los exámenes salieron normales —el doctor Valencia se reunió con Lidia y David—, revisamos el caso con mis colegas, mañana a las nueve entrará a pabellón, así es que tienen que despedirse de él ahora, no lo verán hasta mañana en la  tarde, incluso, dependiendo de cómo salga todo, puede ser que lo vean recién pasado mañana.—Estará bien, ¿verdad, doctor? —Preguntó ansiosa.—Si todo sale como esperamos, sí, es una operación delicada, como ya les expliqué, pero en este momento es más segura una operación que dejarlo así, si no se opera, no tiene más de una semana de vida. El accidente, como les dije, sólo sacó a la luz este problema, pero es algo que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo.—Saldrá bien, yo… estoy segura… &mdas

La tercera y última implicada: Rosa. Ex novia de Miguel. Cuando lo vuelve a ver le cuenta la verdad del hijo en común, Álvaro.  Miguel, teóricamente, promete hacerse cargo de la responsabilidad que debió tomar hacía 35 años, pero Rosa teme que su hijo la rechace por lo que hizo y decide silenciar a Miguel. ¿Por qué culpar a Sarah? Porque era la única que estaba lo suficientemente cerca de Miguel, para hacer creer en su culpa, a la vez que estaba sola en el mundo y si desaparecía, nadie más sufriría. No contaba con que Álvaro se enamorara de ella, por eso no mostró el resto de las pruebas que, suponen,  apuntaban a Sarah. No podía hacerle ese daño a su hijo, aunque si Sarah lo hacía sufrir, su fin sería peor que el de Miguel.El celular interrumpió los pensamientos de Diego, dejó a un lado los documentos y atendió l

La noche se pasó demasiado lenta, Sarah dormía y despertaba cada cierto rato. Agradecía estar durmiendo con Juliette, si no, estaría aterrada en su propia cama. Se imaginaba tantas cosas. Volvían a su mente los recuerdos de aquella noche en el crucero, el hombre que corría quemándose hacia ella, el hombre que quiso asesinarla para que dejara de sufrir. Debió hacerlo. Recordaba el dolor, el terror y la soledad. Sus padres no estaban por ninguna parte. Nunca los volvió a ver desde que terminó la cena aquella trágica noche, ellos se quedarían bailando y no se volvieron a encontrar… hasta ahora. Volver a ver a su padre fue una gran conmoción. Lo primero que pasó por su mente fue que era un fantasma, aunque todavía lo parecía. Se enteró que Nicolás era su hermano y que su padre lo dejó abandonado, literalmente, ni siquiera es que no se haya hecho car

—Lo siento tanto, Nicolás, yo no sabía… De haberlo sabido…—De haberlo sabido, ¿qué? ¿Hubiera cambiado en algo mi situación?—Estaríamos juntos como hermanos, Nicolás.—¿Cómo hermanos? Por favor, Sarah, no me hagas reír.—Nicolás, por favor, baja la velocidad, nos vamos a matar.—Eso es lo que debió ocurrir hace mucho tiempo —la miró brevemente y bajó la velocidad, casi imperceptiblemente.—¿A dónde me llevas?—A mi casa.—Tu casa no está por aquí.—A mi verdadera casa.—¿Tu verdadera casa?Nicolás guardó silencio, la miró por unos segundos y siguió manejando sin inmutarse, con la vista fija en el camino de tierra que había tomado.—&ique