El comienzo de algo más profundo (4ta. Parte)
El mismo díaNew YorkVictoriaCuando Alexander habló por primera vez de su deseo de casarse con Claire, lo sentí como algo lejano. Me dije que tenía tiempo, que podía procesar esa unión con calma. Pero todo cambió de golpe con el embarazo. La idea de ser abuela no entraba en mis planes inmediatos; fue irreal, abrupta, casi violenta en su forma de llegar. Aun así, no había alternativa: solo quedaba organizar una boda como la merecía mi hijo.Durante los días previos, observé el ir y venir constante de empleados acomodando sillas, ajustando flores, levantando el altar. Daba indicaciones con voz firme, corrigiendo detalles mínimos, mientras por dentro intentaba mantener el control.Y allí estaba Claire, siempre presente, con esa sonrisa educada y serena que, debo admitirlo, me costaba digerir.—Todo se ve espléndido, Victoria —comentó, acercándose unos pasos—. Me encantan los arreglos florales.Asentí apenas, con un gesto contenido.—Es lo que se merece mi hijo —respondí. Hice una breve
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