Armándose de paciencia, Renato se acercó a su prometida. Mariana era en realidad patética. Su odio hacia Arianna no era justificado, y honestamente lo intrigaba saber la razón por la cual la odiaba tanto.— ¿Que ha pasado? — cuestionó.— Fui a reclamarle a esa Justice por no firmar nuestro contrato y allí estaba Arianna trabajando como una asquerosa doctora de última categoría, me burle de ella y la golpee, pero luego apareció tu hermano...— Espera, ¿Qué hiciste qué? — interrumpió y cuestionó Renato asustado.— La golpee en la cara y ella no se defendió, es una estúpida. — dijo Mariana con aire de superioridad.Renato sintió que todo se le venía encima. Tocándose la frente con frustración, miró a Mariana.— ¿Había clientes y pacientes? — cuestionó.— Si, el consultorio estaba lleno y todos me vieron poner en su lugar a esa maldita perra...a ella no le importa que yo esté muriendo y sigue haciéndome enfadar… — dijo Mariana fingiendo un ataque de tos y debilidad ante Renato.El sonido

— Al fin te encontré, perra. — dijo aquel intruso.Asestando un golpe con todas sus fuerzas, Arianna salió del armario dejando momentáneamente perturbado al sujeto de voz ronca. Corriendo hacia la puerta al grito de auxilio, sintió como aquel hombre la tomaba con demasiada fuerza del cabello estirando demasiado fuerte y lastimando su cuero cabelludo, logrando derribarla para terminar poniéndose sobre ella. Lágrimas de terror comenzaron a salir de sus ojos al ver que ese horrible tipo comenzaba a sacarse la camiseta.— Eres mucho más bonita de lo que me dijo esa mujer, voy a disfrutar esto… — dijo el asaltante.¿Esa mujer?, ¿De verdad Mariana había sido capaz? Se cuestionó.— ¡Ayúdenme! — gritó Arianna con todas sus fuerzas, sin embargo, el horrible hombre la había abofeteado tan fuerte que la hizo sangrar.— ¡Cállate perra! Quédate quieta y prometo que también vas a disfrutarlo. — dijo con cruel perversidad el desconocido.Arianna pataleaba intentando zafarse, pero sus fuerzas no eran

En su habitación de la mansión, Mariana seguía mordiéndose las uñas. Está vez si la había metido en grande, y estaba segura de que ese hombre iba a delatarla si no hacían algo. No sé sabía nada de Arianna aún; ni siquiera a su madre le había respondido el teléfono. ¿Ella estaría bien? Negando, no quiso pensar en el bienestar de su media hermana, después de todo la odiaba y lo que le pasará no le importaba en lo absoluto. Sentándose en su cama, meditó un poco. ¿Y si Arianna moría? Que ella se fuera para siempre sería lo mejor para todos; no merecía ser una Urriaga y siempre era un gran obstáculo en sus planes. Tranquilizándose de inmediato, Mariana se negó a sentir nada más, y sonriendo maliciosamente, decidió averiguar que era lo que había ocurrido con su media hermana. En la comisaría, Leonardo esperaba su oportunidad para hablar con ese infeliz que atacó a su prometida. Quería destrozarlo, despedazarle el rostro a golpes, pero antes de eso necesitaba saber quién lo había contratado

— No te preocupes, te ayudaré a mantener a Arianna a salvó, Mariana confía en mí y si ella realmente hizo algo como eso no tardará mucho en delatarse, pero entiende esto, Leonardo, no voy a renunciar a ella, Mariana esta delicada de salud, y posiblemente fue manipulada por su padre y madre, además, tú tienes la ventaja, hermano, de ser el CEO de la corporación Majestic, y aunque esa empresa no tiene la misma antigüedad que las Prego y Urriaga, ambos sabemos que se ha posicionado en un lugar del cual ya nadie va a moverla...yo tengo mis propias razones para estar con Mariana, el dinero que ella va a dejarme cuando finalmente muera, es mi boleto para mantener la vida que he llevado siempre... — aseguró Renato.— Eres un...— Sin embargo — Renato no permitiría que Leonardo lo interrumpiera. — Puedo prometer que no permitiré que vuelva a hacer algo en contra de Arianna, y, aclaremos algo, no hago esto por ti, Arianna es y será siempre el primer y único amor de mi vida, y un día, hermano,

— ¿Dijiste hijas? Ah, sí, esa niña a la que tantos odias y mantuviste a tus espaldas es ahora tu hija mayor, es curioso que la llames así cuando ella no lleva nada de ti salvó la sangre que compartes con tu hermano muerto… — dijo Marcus.— ¡Silencio! — gritó Maximiliano tapando la boca de su viejo camarada. — Guarda silencio — demandó.Apresurándose, se asomó por el pasillo para asegurarse de que nadie hubiese escuchado aquello. Aquel secreto debía permanecer como tal, no podía arriesgarse. Cerrando la puerta, miró con odio a ese hombre que olía a alcohol barato.Marcus soltó una risa.— Por supuesto, nadie lo sabe, ¿No es así? Tu hermano antes de morir, te pidió ese pequeño favor…y tú lo hiciste por conveniencia. Pero cuando el murió inesperadamente, las cosas cambiaron, y me echaste de tu vida pensando que podrías deshacerte de mí después de utilizarme, pero, ¡Sorpresa querido!, aquí me tienes. — aseguró Marcus.Encendiendo un cigarro, Maximiliano soltó el humo dentro de su habitaci