Las noticias sobre la boda de Alessia destacaron aquella mañana. El gran día, con el que había soñado durante tres largos años, finalmente llegaba.Antonela estaba sentada, con las manos apoyadas en el mostrador, mientras tomaba una taza de café y leía las noticias del día. Sintió la garganta cerrarse y el líquido quedarse atrapado, descendiendo lenta y dolorosamente, casi ahogándola.Apenas había notado la presencia de Carmélia, quien se detuvo para observarla y percibir cómo una tristeza persistente se formaba en su hermoso rostro. El hecho de que Antonela no hubiera retomado el tema del día anterior ni le hubiera dado una buena reprimenda por meterse en su vida le hizo sentirse un poco mejor.De hecho, ninguna de las dos había hablado al respecto, pero Carmélia sintió la necesidad de explicarse.—¿Qué pasa? &

Alessia vio el amanecer por la ventana de su habitación. Durante tres largos años, había esperado vivir ese momento: casarse con el hombre que amaba, el hombre más rico y guapo de la ciudad. Extrañamente, el único sentimiento que afloraba en su pecho era la desesperación.Miró el vestido colgado en la percha, tan hermoso, y recordó que no lo había tocado desde que lo dejaron allí. El día anterior, insistió en que Carlota no regresara, diciendo que se sentía mal debido a la ansiedad.Alessia no podía encontrar una solución a su problem

Era el final de la tarde, las seis en punto, y la luz del cielo aún no se había disipado.Fred corrió por la calle, atravesando la avenida entre los autos en movimiento, girando el cuello hacia atrás, con el rostro austero, envuelto en una capa de frío. Sus labios se volvieron pálidos. Su perseguidor estaba demasiado cerca. Cuando volvió la vista al frente, ya era demasiado tarde. Un coche lo golpeó, lanzando su cuerpo a corta distancia.Fred tuvo suerte, si es que así podía considerarse, de que el conductor lo hubiera visto metros antes del impacto y, reduciendo la velocidad, lo golpeó de manera que no causó grandes daños, ni al coche ni a Fred.Tirado en el asfalto caliente, Fred vio su visión volverse borrosa y escuchó gritos ahogados. Solo sentía que sus piernas le dolían de tal manera que le impedían levantarse.Fred solo obse

Benjamín leyó la prueba tantas veces que gradualmente perdió la noción del tiempo a su alrededor. Estaba retrasado para su propia boda. De repente, su celular vibró insistentemente, una llamada tras otra, un mensaje tras otro, pero él estaba interesado en una sola cosa: saber si lo que Vladir decía era realmente verdad.—¿Cómo voy a saber si lo que me dices es verdad? —volvió a mirar al delegado, ahora con el rostro cubierto de sudor—. ¿Estás tratando de arruinar mi boda con esto, Vladir?El delegado suspiró y volvió a mirar por la ventana. Ahora ya no había luz en la parte alta del cielo. Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios cuando imaginó el escándalo que se desataría en cuanto Benjamín se diera cuenta de la verdad y abandonara a la novia por segunda vez en el altar.No podía negar qu

A Alessia se le escapó una lágrima por el rabillo del ojo.Pero las cosas no tenían el menor sentido para ella. ¿Por qué el comisario estaba allí dándole el recado de Benjamín? ¿Cómo había descubierto Benjamín todo?Paralizada, sin poder moverse, vio a Vladir alejarse y ser interceptado por Henrico. Este era tan cascarrabias que no le importó desacatar al comisario y ser arrestado a continuación.—Primero va a explicar por qué se convirtió en el chico de los recados de Benjamín. —Al oír sus palabras, Vladir se detuvo, dándose la vuelta para mirarlo con grandes señales de consternación. —¿Está queriendo decir que Benjamín está arrestado y por eso no podrá casarse con mi hija?Los ojos profundos de Vladir parpadearon y esbozó una sonrisa falsa en el rostro mientras se acercaba a Henrico para intimidarlo.—No necesito recordarle con quién está hablando —apretó los dientes—, pero voy a responder a su pregunta claramente. Benjamín no está arrestado. En