Cuando tuvo la emergencia del hospital en frente, detuvo el auto y corrió al otro lado para tomar en brazos a Harper, el cuerpo de ella era sorprendentemente ligero, pero el peso de su propia desesperación era insoportable.El Hospital General Metropolitano se levantaba ante él, Damon irrumpió con Harper en brazos, cubierta con la manta térmica, mientras su rostro demostraba el agotamiento y urgencia.Una enfermera gritó pidiendo ayuda, Damon depositó a Harper en la primera camilla libre que encontró.Un médico de guardia se acercó, era un hombre de unos cincuenta años, cansado y con el cinismo del sistema grabado en cada cosa que hacía apegado al protocolo.— ¡Necesito una vía! Glucosa, y fluidos calientes ¡Ahora mismo! — ordenó Damon, su era voz baja y tensa.— Señor, por favor, vaya al mostrador de registro, nece

El reloj digital en la mesita de noche de la sala 304 marcaba las 03:47 A.M. El silencio del hospital no era reconfortante, era una amenaza que colgaba como una navaja sobre la cabeza de Damon.Damon Kóvach se movía por la habitación como un depredador enjaulado con cada mirada dirigida a la única puerta, no confiaba en la seguridad del hospital, ni en las cortinas opacas, ni en la débil promesa del médico de olvidar lo que había pasado.Solo confiaba en el cañón de su arma guardada bajo la almohada de Harper, y en el pulso tenue de ella en aquella cama.Ella seguía envuelta en ese sueño forzado, y su rostro pálido estaba libre de la tensión que la había marcado sus últimos meses, en realidad, era la primera vez que él la veía en paz, y ese mismo hecho lo aterrorizaba, la paz era un lujo que no se podían permitir.Damon llevó

El aire de las Islas Vírgenes, salado y cálido, apenas suavizaba la tensión en el refugio costero de Damon Kóvach, era una villa minimalista de concreto y vidrio, oculta en una ladera boscosa, con vistas al turquesa del Caribe.Istok había improvisado una central de comando en la sala de estar con su equipo satelital.Damon caminaba de un lado a otro, y Harper estaba en la terraza, con la vista perdida en la inmensidad del mar deseando con todas sus fuerzas que todo aquello tuviera un fin, o, al menos que ella lo tuviera, era mejor morir que continuar con todo eso.Istok, que monitoreaba una docena de frecuencias, se aclaró la garganta.— Estamos limpios del radar de la Guardia Costera y la ley local es... flexible, pero Axa no está buscando por aire o mar, está buscando por radio.Istok mostró en la pantalla el rastreo de un ping GPS persistente.— La maleta. La que dejaste con el equipo de emergencia en el barco. Axa no perdió el tiempo. Enviaron un equipo de recuperación, pensando

El todoterreno blindado que Istok pilotaba se detuvo con una precisión silenciosa frente a la imponente fachada de mármol y vidrio polarizado del British Virgin Islands Offshore Bank & Trust.El sol del Caribe, que antes acariciaba la piel, ahora se sentía como un foco de calor que anticipaba la confrontación antes de que todo comenzara.Damon y Harper bajaron del vehículo, él vestía un traje ligero, pero elegante, un camuflaje de alto nivel que gritaba “autoridad financiera”, y Harper, con un blazer prestado que le quedaba ligeramente grande, emanaba una calma gélida, una armadura de indiferencia que le permitía mirar a Damon, sabiendo que este era el principio del fin.— Recuerda el papel, yo soy el inversor y tú eres mi asesora legal — murmuró Damon, ajustándose el puño — No necesito que me recuerdes cómo actuar —

Damon Kóvach se movía entre las sombras con la fluidez de un cazador, el esmoquin de alquiler era ahora un inconveniente, pero su concentración era absoluta.El ala de oficinas de la mansión de Cole estaba casi vacía, todos los invitados estaban en la terraza o en el salón de baile, borrachos de triunfo y whisky costoso.Llegó a la sala de servidores, la puerta estaba sin llave, la encontró abierta invitándolo a entrar, lo que encendió todas las alarmas en su mente, sin embargo, empujó la hoja con cautela desenfundando la pistola que llevaba oculta bajo la chaqueta, y entró en la oscuridad fresca del aire acondicionado.No había servidores visibles, solo una figura alta y elegante sentada en un sillón ejecutivo, con los pies sobre una mesa de vidrio pulido y una copa de oporto en la mano.Era Leoni.El cerebro de Damon se detuvo, era una emboscada pers