91. El refugio (Parte 2)
Diego la llevó hacia el centro de la cama, su cuerpo cubriéndola con peso reconfortante mientras continuaba besándola. Había intensidad diferente en sus movimientos ahora, urgencia mezclada con algo más profundo, más posesivo.Se apartó lo suficiente para mirarla, sus ojos oscuros estudiando su rostro con intensidad que la hacía sentir expuesta y adorada simultáneamente.—¿Sabes lo que pensé? —preguntó, su voz profunda y áspera—. Cuando dijiste que tendrás que verlo dieciséis veces, lo primero que pensé fue que necesito recordarte dieciséis veces mejor por qué me elegiste a mí.Sus manos trazaron líneas de fuego por sus costados, memorizando cada curva.—Pensé que necesito hacerte sentir tan increíble —continuó, besando su clavícula, su hombro, el valle entre sus senos— que cuando estés en esas reuniones con él, tu cuerpo recuerde solo mis manos. Solo mi boca. Solo yo.Isidora se estremeció ante su tono, ante la promesa implícita en sus palabras. Sus propias manos exploraron la expans
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